MARIO A. DE LA FUENTE FERNANDEZ

MARIO A. DE LA FUENTE FERNANDEZ
FIRMANDO AUTOGRAFOS

miércoles, 20 de enero de 2010

EL HABITO DE SER FELIZ

EL HABITO DE SER FELIZ.
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En Chile, el siete de septiembre de 1986, se produjo un atentado en San José de Maipo contra la vida del General Augusto Pinochet, el dictador ,como es sabido por todos. Los servicios de inteligencia ejercieron una violenta represión indiscriminada contra inocentes, con el resultado de ocho muertos, que no participaron en dicho atentado. Arrestaron a un joven estudiante llamado Nicolás M., este no estaba directamente implicado en el atentado, pero el hecho de que había conocido en la universidad a algunos de los que acaudillaron la oposición a la dictadura, bastó para que se le condenara a reclusión perpetua, en la cárcel de alta seguridad.

Allí encerrado solo en la celda sucia y húmeda, dotada sólo de una ventanita que permitía escasamente el paso de un plato, el prisionero no podía recibir visitas, ni cartas, ni diarios. Nunca variaba la escasa e insípida alimentación y nada interrumpía jamás la espantosa monotonía. En verdad, los prisioneros habrían hecho con gusto cualquier tipo de trabajo, por pesado que hubiera sido, para no volverse locos.

Nicolás era hombre enfermizo antes de ser encarcelado con un juicio plagado de infamias y falsedades, y la mala alimentación le produjo varias enfermedades que lo tuvieron al borde de la muerte, agregado a ello las lesiones y presiones a causa de los agresivos interrogatorios. Empezó a tener pesadillas y alucinaciones. Comprendió la gravedad e injusticia de su condición y la necesidad de pensar en otra cosa que su desgracia, pidió libros. Con mucha alevosía, sabiendo que había sido poeta y estudiante de los clásicos, por maldad, le trajeron libros de matemáticas y astronomía.

Después de pasar once años preso e incomunicado, Nicolás fue liberado por falta de pruebas. Aunque su cabello se había puesto un poco más gris, era hombre rebosante en entusiasmo juvenil. Continuó sus estudios, se casó y en la actualidad es Director de un Observatorio. Cuando expresó que había sido feliz en la cárcel, algunos amigos incrédulos, le pidieron que se explicara, y estas fueron sus palabras: “Cuando entré en la cárcel, decidí tener fe en mi mismo y desarrollar mi valor. Aprendí a no malgastar energía teniéndome lástima. También aprendí a disfrutar de lo poco o nada que me quedaba: el cielo lleno de estrellas, que casi no podía ver; las palomas que volaban y los libros que eran lo único que podía tocar”.

Dicho en otros términos, Nicolás resolvió ser feliz aún en las circunstancias más desfavorables, en las que poco podía influir su voluntad. ¡Cuanto mayor motivo de ser feliz tiene el promedio de los mortales, que se encuentra generalmente en circunstancias favorables, o tiene libertad de acción para transformarlas en tal sentido!.

Algunas personas al pensar en la dicha se forman la idea de algo fugaz. En cierto modo lo es. La vida es una sucesión de momentos, y en cada uno de los momentos las circunstancias influyen en nuestras emociones para hacer que nos sintamos felices o desgraciados. No podemos evitar esta influencia, pero su efecto depende, en gran parte, de nuestra voluntad y de la actitud mental que asumimos frente a cada circunstancia.

Los momentos fugaces de felicidad pueden ser la mayoría o la minoría de nuestra vida, según sea la manera en que nuestro espíritu encauce las emociones en sus reacciones a las circunstancias. Además, muchas veces las circunstancias mismas pueden ser provocadas por la actitud mental, y de acuerdo a lo que sea ésta serán las circunstancias, tendientes a la felicidad o a la desgracia.

Séame permitido demostrar puntualmente, aquí , los principios que he tratado de exponer:

1. - La felicidad está constituida por una sucesión de momentos placenteros, por fugaces que estos sean.

2. - La influencia de la actitud mental para hacer placenteros los momentos que se suceden.

3. - La importancia de las cosas pequeñas en nuestra felicidad, y

4. - Cómo la voluntad puede encauzar las emociones de manera que produzcan circunstancias agradables en vez de desagradables; en otras palabras, cómo podemos, si queremos ser felices nosotros mismos y ayudar a los otros a serlo también, en vez de aumentar el caudal de desdicha propia y ajena.

Esta mecánica puede ser aplicada en la apreciación de las cosas pequeñas y hasta los eventos más sofisticados e inmensos.

Como decíamos anteriormente la vida no suele traernos solamente satisfacciones por mucho empeño que en ello pongamos.

A veces las circunstancias se presentan inopinadamente desagradables. Podemos, por nuestra actitud agravarlas o corregirlas. Si se lo permitimos, pueden hacernos sentir desdichados, o si somos dueños de nuestra emociones, podemos serlo también de las circunstancias y ser felices a pesar de todo y todos.

Baste un ejemplo, mientras estamos departiendo amablemente con un amigo en su casa, llega a visitarlo una persona de la cual nos ha separado hasta aquí una antipatía mutua que, sin ser violenta, no contribuye a hacer grato el encuentro.
Se levanta en la sede de nuestras emociones una pequeña tormenta, ya no nos sentimos tan felices.

Se inicia en nuestro ánimo un conflicto cuando divisamos a la persona que nos es antipática, sabemos que ella se ha expresado despectivamente por nuestro gusto por la sencillez, y no la consideramos digna de nuestra amistad. Nuestro primer impulso sería darle la espalda. Pero nos preciamos de tener cultura y debemos ser corteses, por respeto mayormente al dueño de casa. Sigue pues en nosotros la pugna de emociones. Mientras dure no gozaremos de los sentimientos placenteros que experimentábamos hace un rato.

La situación puede empeorar si nos dejamos llevar por el mal humor. Podemos pronunciar por nuestra parte algunas palabras de saludo en tono frío y reservado y en el curso de la conversación forzada dejar caer alguna broma de doble filo o alguna observación mordaz. Tal vez sentiremos con esto un momentáneo placer maligno, pero no será la felicidad verdadera que andamos buscando pues luego vendrá el remordimiento; es decir, nuevos conflictos íntimos. Y ya veremos que los conflictos son siempre los que interrumpen la felicidad. La reconquistamos únicamente cuando los hemos resuelto satisfactoriamente, no cuando los postergamos o procuramos olvidarlos, pues entonces pasan a aumentar el acervo del inconsciente, de donde tarde o temprano surgirán como sombras nefastas para atormentarnos y arruinar los futuros momentos felices.

Se puede aplicar el anterior ejemplo a una deuda que no podemos cubrir momentáneamente, aunque es nuestro deseo, no podemos evitarla porque es un compromiso contraído cuyo incumplimiento nos traerá mayores problemas aún y no podemos olvidarla porque arruinará nuestro futuro y estará siempre en el acervo del inconsciente.

Pero , volvamos a nuestra situación delicada. Si damos rienda suelta al resentimiento, que siempre es mal consejero, y seguimos unas conducta rencorosa hacia la persona que nos ofendió alguna vez en el pasado, contribuiremos a destruir la paz del espíritu que sentía nuestro amigo cuando estábamos solos con él. Nos considera a nosotros, a la persona que no nos es simpática , como dos amigos suyos y le duele ver que entre ambos se ahonda el abismo. En él también se crea un conflicto de emociones, como lo habrá, sin duda, en nuestro antagonista, que bien pronto podrá dejar de serlo si tan solo lo deseamos.

Podemos, en efecto, asumir una actitud muy diferente de la esbozada. Podemos razonar que la persona nos ha despreciado porque no nos comprendía y que conviene dejarnos ver tal como somos; es decir, llenos de buenas intenciones. En este momento algunos recurrirán a preceptos religiosos, otros a la tolerancia y bondad, ¿porqué no practicarlo sinceramente?. Ahora, siempre hay que tener presente que en la actualidad el pragmatismo indica que “no hay que poner dos veces la misma mejilla”.Dicho en palabras modernas, “hay que ser buena persona, pero no tonto, porque este es el mundo de los vivos”.

Y, reflexionando en esto, saludamos cordialmente al recién llegado ( inmediatamente le quebramos todo el sistema, ya que por lo general se supone que la mejor defensa es el ataque). Hay en nuestra voz una franqueza y un tono amistoso que desarmará todo prejuicio. Actuaremos como si nunca hubiéramos oído mencionar las críticas desfavorables y al rato habremos olvidado realmente. Nos enfrascamos en una conversación interesante entre los tres y llegamos a conocernos mejor mutuamente.

Puede ser que la disparidad que hay entre nuestros conceptos no nos permita trabar una amistad profunda, pero nos separaremos sintiendo un respeto mutuo que nos impulsará a ser tolerantes e infundirá paz a nuestro corazón. Hasta puede ser que lleguemos a apreciarnos y como reconocen hoy los sicólogos y lo decíamos anteriormente, al sabernos apreciados incluiremos un importante ingrediente para nuestra felicidad.

Esta estrategia puede ser aplicada en cada una y en todas las actividades humanas en que no hay de por medio un contacto físico agresivo, ya que al haberlo primará el instinto animal de autodefensa tanto personal como de territorio incluyendo seres queridos.

En un club deportivo, en el trabajo, en la peluquería, se escuchará constantemente opiniones de menosprecio hacia otras personas ausentes, lo que implicará que usted se forme una errada concepción de esa persona o mal interprete lo que ha escuchado. Los sociólogos llaman a este actuar la teoría del “gallinero”, parodiando a los gallineros antiguos construidos con una especie de escalera en el interior, para que las gallinas durmieran no tocando el frío y húmedo suelo y pudieran sentir la aproximación de los roedores mientras dormían. La naturaleza dispone que las gallinas de más edad tendrán la preferencia de instalarse en la parte más alta, por lo tanto más segura, menos húmeda y más caliente, en resumen, más cómoda.

Pero ¿dónde se aplica la teoría?, pues bien, la gallina de arriba hace sus necesidades y ensucia a la de abajo, si es que ésta no sabe ubicarse en su perfecta posición, que a la sazón se las digo, “todas mirando de frente, intercaladas una por medio” de esta forma no se pueden ensuciar. Saber situarse socialmente es básico.

Hay personas que para poder destacarse en una reunión social mienten, otras desprestigian con falsedades a los ausentes, todas ellas pretenden destacar sus escasas virtudes personales ocasionando resentimiento y conductas rencorosas hacia terceros.

El sentido común indica no intervenir, alejándose o intervenir expresando primeramente la inconveniencia de acusar a personas que no pueden defenderse.

Esta honesta y abierta actitud impulsará al agresor a cambiar su comportamiento, resultando una velada feliz.
Estamos hablando que opinar falsedades de otras personas es dañino, pero es muy conveniente para la sociedad nunca olvidar la verdad, aunque esta sea negativa.
Se podrá decir sin ningún temor “que el hijo de Juanita es drogadicto” porque se le ha visto fumando marihuana, o “ha sido detenido por ladrón”, porque efectivamente estuvo dos años en la cárcel. Se podrá decir que “Pedro parece homosexual”, porque tiene gestos y ademanes feminoides. Se podrá decir que “Braulio es un mal padre” porque abandonó a sus hijos y no los mantiene. Se podrá decir que “Jimena es una floja” porque pasa todo el día en la calle y tiene a los hijos sucios y descuidados, etc., etc.

Todas estas opiniones son positivas y dignas de tratar porque le hacen bien a la sociedad, para que se puedan tomar las medidas correctivas y sirvan de ejemplo. Los hechos son negativos, pero el comentarlo con buena intención y asumirlos, es una actitud positiva. La actitud complaciente, cómplice y dañina para el afectado y la sociedad será callarlo y encubrirlo.

Todos los códigos del mundo indican que “el que toma conocimiento de un hecho que dañe a la sociedad y no lo denuncie, es cómplice, por tanto culpable”.
De nada sirve a la sociedad que callemos los hechos injustos y más temprano que tarde, se sabrá la verdad de la que nos sentimos culposamente responsables.






LA PRACTICA.
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Un deportista, se levanta temprano en la mañana y hace sus ejercicios de perfeccionamiento y durante el día mantiene comportamientos que no dañen su estado físico o sus habilidades y destrezas.

Un hijo de vecino, como usted o yo, debemos practicar la felicidad, que es el adiestramiento de nuestra mente para que piense como lo determine nuestra voluntad, y el desarrollo de la capacidad de controlar nuestros sentimientos por el dominio de nuestros pensamientos.

Da mejor resultado el evitar las actitudes compulsivas o talámicas, esto, en palabras simples, es esperar diez segundos antes de actuar, estudiar rápidamente la situación y actuar en consecuencia.

Como ejemplo: una persona ve a un niño ahogándose, en primer lugar deberá tomar la dimensión del río o canal y las probabilidades de éxito de su gestión de rescate, caso contrario se ahogarán los dos. Pedirá ayuda, se conseguirá un palo o un cordel y auxiliará en su caso desde la orilla; en ningún caso, llegará y se tirará al río, en una actitud que podría ayudar al niño, pero seguramente dejará desgraciada a su familia y en la indefensión a sus propios hijos. Con esta actitud no se está prefiriendo al egoísmo, se está evitando un mal mayor.

La felicidad proviene de adentro. Depende de nosotros, de nuestros recuerdos y de los hábitos de pensar que hayamos adquirido... No hay persona normal que no pueda cultivar una disposición feliz si resuelve hacerlo y lo practica con persistencia.

Con el correr de los años y los “palos” que me ha dado la vida, he notado que un hombre es generalmente tan feliz como decidió serlo. Es un engaño creer que la felicidad es algo que alguna persona pueda darnos... Aunque obtengamos del cielo los ingredientes de ella, no podremos tener una felicidad permanente, a menos, que manejemos debidamente estos ingredientes y que nos perfeccionemos en su uso por la práctica.

La felicidad es un arte, o como les decía anteriormente, un deporte,... y la única manera de dominarla es practicando... Ser feliz es como cultivar una chacra, colocar ladrillos o hacer un tejido, el único modo de dominar el asunto consiste en trabajar en él. Implica una actitud mental fija y continua. Significa el dominio del arte de hacer girar cada suceso de modo que se pueda ver su fase halagüeña. Es tener agilidad para pasarse siempre hacia el lado alegre y esperanzador de las personas y las cosas.

En la actual economía de libre mercado, con la crueldad de las desigualdades de oportunidades, donde tiene siempre la subjetiva razón el que más dinero tiene, se da idéntica situación. En donde el hombre es tan rico como decidió serlo y es un engaño creer que la riqueza es algo que alguna persona pueda darnos y, repito, aunque obtengamos del cielo los ingredientes de ella, no podremos tener la riqueza permanente, a menos que manejemos debidamente estos ingredientes y que nos perfeccionemos en su uso por la práctica.

La riqueza y la adquisición de bienes materiales también son un arte o un deporte... y la única manera de dominarla es practicando, el único modo de dominar el asunto consiste en trabajar en él, implica una actitud mental fija y continua. Significa el dominio del arte de hacer girar cada suceso de modo que se pueda ver la ganancia monetaria. Es tener la agilidad para obtener siempre beneficios económicos de cada una de las actividades del diario vivir.

La felicidad y la riqueza, para los que la poseen es siempre algo bueno y como en el caso de otras cosas buenas, para tenerla hay que trabajar por ella.
Así como hay obreros inteligentes que esperan hacerse competentes por la fidelidad en el trabajo y la economía, mientras que otros creen poder enriquecer cambiando las leyes o haciendo una revolución, hay también gente que se queja constantemente de la injusticia y mala suerte que encuentran en un mundo perverso y otras personas que se dedican a su tarea de ser felices y practican ese arte cada día.

La felicidad está a nuestra disposición si la queremos. No está al extremo del arco iris, como muchos se suponen, no está en la casa vecina, ni en el barrio alto. No se la encontrará comprando nuevos muebles o viajando, ni con un collar de diamantes, ni aún casándose con la persona a quien se ama, ni teniendo éxito en los negocios.

A menos que sepamos obtenerla allí mismo donde estamos, con lo que tenemos a mano, no la podremos obtener en otra parte ni con otro equipo.

La felicidad se adquiere como la destreza para tallar madera. Aprendámoslo, es cierta habilidad mental para ajustarse a lo que nos da el destino y exclusivamente por la práctica es como se la obtiene, por lo tanto, cualquiera puede ser feliz.

Buffón escribió: “La dicha está en nuestro propio interior; nos ha sido dada. La desgracia está en el exterior y nosotros vamos a buscarla. Sólo el sabio es dichoso”.

No es necesario ser un gran sabio para ser feliz.

Resumo así, el caso personal: a los poco más de cincuenta años tengo que trabajar para ganarme la vida. Hay muchas cosas que me gustaría poseer, pero no puedo obtenerlas, aunque reconozco que tengo muchas cosas que otros no tienen. Hay en el ambiente actitudes que desearía cambiar, pero no puedo. Felizmente mi salud es buena, creo ser feliz cada momento del día, desde que me levanto hasta que me acuesto, estoy contento, aunque reconozco que tengo algunas deudas pagables.

Pero no fue siempre así, recuerdo que entre los veinte y treinta años, aunque lleno de vigor, me sentía miserable la mayor parte del tiempo, por los sucesos políticos del país por los que me vi afectado. Había heredado un comportamiento demasiado sensible y suspicaz, muy seguido tenía presentimientos de desgracias, es más, en la práctica aun mantengo premoniciones que se han hecho realidad. Vivía en la duda y la desdicha. Pero aprendí a asimilar lecciones de esperanza, resolví aprender a ser feliz y me puse a practicarlo, incluso a hacer feliz a los otros y a enseñarles a practicarlo.

Tuve fracasos y sufría tantos engaños y traiciones ,sobre todo laborales ,que me obligaron a ser traicionero para subsistir. Llegué a acuñar la frase “la búsqueda de la verdad , es el camino más corto para ser pobre ”.

Pero todo esto no me molesta, creo ser una persona contenta y feliz. Lo he practicado hasta llegar al punto de que acuden a mi mente los pensamientos de felicidad y los referentes a las desgracias permanecen ausentes, porque estimo que las desgracias también tienen su parte positiva.

Reconozco no ser creyente, pero como decía Voltaire: “Estoy en completo desacuerdo con sus ideas, pero daría gustoso mi vida por defender tu derecho a expresarlas”, según San Mateo 5:46 y 47: “Cuando se ensucian las manos, las lavo; cuando tengo que hacer una tarea desagradable, la hago; luego la hago a un lado y pienso en algo agradable. Tal vez no os parezca un plan muy sublime. Pero surte efecto y puedo recomendarlo”.

En la práctica, hoy existe una gran cantidad de mujeres profesionales a las que le desagradan los quehaceres domésticos y se proclaman cansadas o que para eso tienen y pagan empleadas, que no es digno de ellas, que el marido debe ayudar, etc., etc.

Este también es el punto de partida de un gran porcentaje de rupturas matrimoniales, más adelante profundizaremos al respecto, por ser una fuente de infelicidad. Como dice San Mateo, no hay ninguna actividad desagradable fuera del hogar.

LOS FACTORES DE LA FELICIDAD
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Como dice el Dr. Olivetti, siquiatra bien conocido por ser el aplicador de los postulados de Nieztsche en la economía moderna, en su trabajo denominado factores modernos de la felicidad (1992), encontramos un ejemplo tan patente del como es posible decidirse a ser feliz a pesar de las circunstancias, que vamos a resumirlo aquí.

Nos sentimos alentados para hacerlo tanto por el valor de incidente en sí como por el hecho de que el médico que hizo la observación la publicó, precisamente porque se empeña en divulgar entre sus compatriotas italianos, los conocimientos relativos a los factores que contribuyen a la felicidad y a la salud mental.
Cuenta pues, el Dr. Olivetti, que una noche se dirigía en su automóvil a la casa de una paciente, acerca de la cual la familia afirmaba que estaba en tan alarmante condición que no podía ir al consultorio. De camino subió a su coche a un soldado joven al cual le faltaba el brazo derecho. Mientras lo llevaba hasta el Hospital militar donde debía presentarse, notó que el joven veterano era conversador alegre y capaz de reírse como cualquiera. Por supuesto el médico evitaba cuidadosamente toda referencia a su manga vacía y finalmente el soldado le dijo:

- Me sorprende que usted no me pregunte donde perdí el brazo. Por lo común, la gente quiere saber donde peleé, como lo perdí, etc.

- ¿No le resulta bastante doloroso? - preguntó su acompañante y recibió esta contestación:

- Antes sí. Pero ahora puedo aguantarlo. Sé lo que puedo esperar de la gente y no lo rehuyo. Decidí ahogar mi lástima propia cueste lo que cueste. Sabía que si no ordenaba a mi mente que se condujera bien estaba perdido. Decidí gozar de la vida. Todavía puedo ver, oír, caminar o trabajar bien.

No es extraño que el médico sintiera que él mismo había sido beneficiado cuando dejó frente al hospital al soldado y éste, saludándolo con su brazo único, le decía: “Gracias doctor por el viaje”, ni tampoco es extraño que contrastara luego esta voluntad de ser feliz y contribuir con la felicidad ajena con la conducta observada por la paciente que le tocó atender al rato, una mujer que no había llegado aun a los cuarenta años, de posición acomodada, con esposo e hijos que deseaban verla feliz y hacían todo lo posible para que lo fuese de veras, a pesar de lo cual los atormentaba con mórbidos temores infundados.

La actitud mental del soldado, su resolución de ser feliz, le ayudaba a serlo él mismo y a esparcir alegría alrededor suyo. La imaginación de la mujer hacía de ella una enferma que hablaba constantemente de suicidarse y esclavizaba a los suyos, cuando en realidad estaba físicamente sana. El poder de la mente es tal que creaba en esa pobre mujer los síntomas que temía y que casi la enloquecían.(enfermedades psicosomáticas ).

Al igual que el ejemplo anterior, los celos enfermizos justificados o no, son una segura fuente de inseguridad e infelicidad.

Olivetti asegura que hay cuatro necesidades básicas y por todo lo expuesto anteriormente y lo que expondremos y ejemplificaremos más adelante, es indudable que de las decisiones de nuestra mente depende que seamos felices, pues podemos elegir nuestras actividades entre las que nos den satisfacción y hacer de ello un hábito.

Conviene entonces , tener una idea clara de cuales son las cosas necesarias para obtener la felicidad. Para esto, puede ser que nos resulten de ayuda algunas listas de factores y fórmulas escuetas.

También según el Dr. Brother, del Instituto Tecnológico de Illinois, la conducta humana se rige por los impulsos de cuatro necesidades instintivas, haciendo la salvedad de que no se logrará el resultado deseado esperando que otro le otorgue por simple gracia la satisfacción de esta necesidad, situación muy común en las mujeres que se creen hermosas.

1. La necesidad de seguridad, o sea la de sentirse seguro económica y espiritualmente. El sentimiento de inseguridad de un hombre cesante o con defectos físicos, o el sentimiento de inseguridad en una mujer celosa o mal parecida, son las principales fuentes de infelicidad, como tanto lo hemos explicado anteriormente. La seguridad se la da uno mismo, y no se debe esperar que se la otorguen, hay que ganársela día a día y es la más cruel de las incapacidades humanas.

2. La necesidad de afecto, es decir, la de ser aceptado por otros, en la familia, en la escuela, en la sociedad. Como todas la necesidades, también hay que ganársela, el afecto no es instantáneo es la respuesta siempre voluntaria de otro individuo, al conjunto de actitudes, comportamientos sociales, amables, oportunos, voluntarios y desinteresados que haz realizado y que benefician a otro individuo. El afecto de retorno, ( causa-efecto ) es siempre después que tu lo brindaste y no es verdadero afecto el que te brindan compulsivamente, o aquel que te brindan en canje por la soledad y necesidad también de afecto que tiene el otro, o el de sectas, grupos políticos o intelectuales ( eclécticos perversos, que se juntan tal los ancestros, para protegerse y cazar ). Ese tipo de afecto, no es el afecto que en definitiva te brindará felicidad, simplemente te dará tranquilidad pasajera, dejando pendiente la felicidad. Las personas que caen en esta situación, son siempre aquellas que esperaron plácidamente que los demás les brindaran en afecto y no se lo ganaron en la lucha diaria por la felicidad. Siempre se refiere a actos inmateriales.

3.- La necesidad de reconocimiento, o sea la de sentirse importante. Decíamos anteriormente que muchas personas mienten, distorsionan la realidad, o tienen comportamientos o actitudes deshonestos con el fin de obtener un beneficio ilegítimamente o en perjuicio de otro. Esto se denomina la “teoría del bote a remo”; es decir, que el individuo va en un bote a remo y no pretende avanzar remando de espalda, como es lo normal desde que el hombre es hombre, sino que pretende que sea el mundo el que se desplace bajo su bote mientras él permanece quieto. Sólo se logrará un reconocimiento valedero, para que te otorgue una verdadera felicidad, cuando, como al cubrir la necesidad de afecto, seas capaz de crear, inventar, gestionar y realizar obras que beneficien a otros, en este caso, se refiere a cosas puramente materiales o de servicios cuantificables. Existen organizaciones sociales, clubes, cofradías de todo tipo cuya función principal es otorgar diplomas, premios, medallas y otros reconocimientos, pero estos objetos son meros canjes, hoy de toca a ti, mañana a mí y no está necesariamente el reconocimiento “a la calidad” a que se refiere este punto. Por tanto no valen nada.

4.- La necesidad de realización, de experimentar cosas nuevas, sentir excitación, diversión, pero por sobre todo el deseo de tener éxito. Esta es la única necesidad de tipo personal y egoísta, aunque el comportamiento positivo aconseja que habido el éxito, se compartirá los beneficios sugeridos en los puntos dos y tres.

Todas estas cosas son las fuentes ocultas de los estímulos internos que inconscientemente influyen sobre las conductas humanas en mayor medida de lo que se reconoce generalmente.

Los seguidores del positivismo pragmático, como el autor, creemos que teniendo presente estas cuatro grandes necesidades básicas, uno podría trazarse la siguiente norma:

“Procuraré satisfacerlas sin jamás perjudicar a mis semejantes” y tener con ello una buena fórmula para alcanzar la felicidad. Pero no debe creerse que se habría trazado un programa exiguo; pues, como tendremos ocasión de verlo en el desarrollo de este trabajo, abarcaría a muchas actividades. Veremos, sin embargo, que los especialistas nos hacen valiosas sugerencias positivas y concretas.

Séame permitido nuevamente ir al pragmatismo, por el alarmante número de personas que acuden a mi Agencia de Investigadores Privados en busca de que les den información que confirme sus sospechas de infidelidad, por ejemplo. Me alarma el aumento de los casos de afecciones mentales en la clase media y media alta y he recurrido a mis vastos ficheros para empezar a hacer algo al respecto. He estudiado la personalidad y la salud mental de todos mis clientes, hombres y mujeres, obviamente sin la profundidad que lo habría hecho un conjunto de especialistas. Pero con la seguridad de que el resultado serán recomendaciones y sugerencias sencillas para ayudar a la gente a hallar satisfacción en la vida.

Elaboré diez reglas prácticas para tener salud mental, ser feliz y perfeccionar la personalidad, helas aquí :

1) Tener un hobby o una afición, es un refugio protector al cual podemos recurrir cuando las tempestades nos castigan demasiado, un hobby mejora nuestra personalidad porque nos hacemos especialista en algo que no es nuestra profesión, por lo tanto, no encontraremos en nuestro ambiente social alguien que tenga afán de lucro o intereses fuertes sobre esta entretención.

Cuando este hobby se transforma en obsesión o en un fin en la vida, o sea que toda la vida te la pasas con el hobby, es una enfermedad; por ejemplo, los que adquieren el hábito de meditar o del comportamiento religioso obsesivo. Aunque la primera afición en la vida es dedicarle más tiempo a la familia (en cuanto a cantidad y a calidad se refiere).

2) Compartir nuestros pensamientos: el compañerismo es esencial para mejorar la personalidad y la salud mental. Si una persona vive demasiado en sus propios pensamientos, éstos pueden hacerse explosivos y destruirla. Sepamos hacer confesiones, confidencias y consultar con personas a quienes apreciamos y queramos, nuevamente salta la familia como potencial solucionador de nuestros problemas. Podemos apreciar a un cura, pero honestamente nada podrá hacer para solucionar un problema de sexualidad entre la pareja o un problema de embarazo no deseado.

Se debe tener en cuenta sólo la opinión, sólo como opinión, la de los amigos, como otro punto de vista, ( recordemos la opinión que le dieron a la profesora ,sus compañeras de trabajo).

3) Enfrentar a nuestros temores y eliminarlos: El mundo está lleno de personas que huyen de sus temores, pero sin nunca escapar de ellos. Se sienten siempre miserables y siempre perseguidos por ellos, enfrentémoslo, reconozcamos nuestros errores, nuestras falencias. Si queremos saber si somos soberbios, que es una malicia tan profunda que se encuentra en la raíz de los otros pecados-defectos. La soberbia te hace apetecer grandezas más altas, aspiras a atribuir la santidad, la inteligencia, el poder, la sabiduría y te arrastras por ella pues te crees honrado y reverenciado como poseedor de ella y dueño exclusivo de tales bienes, es la “megalomanía”, una forma de mitomanía ( mentirosos ).

Cuando descubres en ti ese desorden mental, lo que es muy difícil ,en donde te atribuyes lo que no te pertenece; es decir, pretendes hacerte dueño de valores y bienes que son intangibles, descubrirás también que tu interlocutor está convencido de que sólo te has impuesto cargas y cambios de costumbres que te tiranizarán por el temor al malestar del fracaso, se enterará además del desarrollo desmesurado de tu ego y, en definitiva, se convencerá de su propia importancia, de su grandeza y finalmente, de su triunfo, ya que por sobre todo, la soberbia oculta al egoísmo, a la mediocridad y a la cobardía.

4.- Equilibrar la fantasía con los hechos reales: Soñemos porque todos los seres normales podemos soñar, pero equilibremos nuestros sueños con nuestros actos. No caigamos en el hábito de desperdiciar nuestra vida de ensueños.
Sin llegar a la oniromancia, que es la adivinación supersticiosa por medio de la interpretación de los sueños.

Mitomanía, es la enfermedad en que una persona se imagina un hecho, que generalmente perjudica a otro y es el resultado de la envidia, y de la baja autoestima, que consiste en la tristeza que un ser experimenta por el bien de otro, en cuanto considera el bien del otro como un mal que menoscaba su propia gloria y excelencia.

Anteriormente nos referíamos al ambiente de una peluquería, que es donde mayormente se puede apreciar las crisis de envidia.

La envidia es un pecado grotesco y servil que atenta directamente contra la caridad. La caridad no es envidiosa, la caridad siempre goza con el bien, con la excelencia y con las conquistas del hermano, tanto como si fueran propias.

“Disfruta lo poco que tienes y no sufras por lo mucho que careces “ y “La manera en que te enfrentes a la vida determinará tu mayor o menor cercanía a la felicidad”. Estas dos frases condensan el equilibrio que existe entre la fantasía y la realidad.

5. No eludir las dificultades: No nos dejemos seducir por maneras supuestamente atrayentes de escapar de la realidad. Ellas nos engañan, nos entrampan y luego nos hunden, dejándonos peor que lo que estábamos.

Es común, por la gente que carece de medios económicos recurrir a la religión y a las sectas, por ser una alternativa más barata, en donde ofrecen la mayor felicidad del mundo. Ante esta situación, siempre debemos tener presente que son muy escasas las personas que estando bien económicamente y con la conciencia tranquila, acuden voluntariamente a la iglesia, ya que la gran mayoría de los feligreses o creyentes acuden a las religiones para obtener algo y no para dar. Allí nace el problema y la respuesta del porqué proliferan las sectas y la gente se aleja de las religiones, porque en definitiva no solucionan los problemas terrenales y materiales. Solucionan en una ínfima proporción algunos problemas sociales, algunas actividades llevadas a cabo por algunos miembros religiosos, de religiones establecidas e históricas; no obstante ello, son una gran cantidad las sectas o seudo religiones o círculos intelectualoides, esotéricos, herméticos y de distinta fundamentación seudo científica, que atrapan en sus atrayentes redes a incautos furibundos, a depresivos, a almas errantes y a un sinnúmero de inadaptados sociales y egoístas que sólo andan buscando supuestamente, su perfección mística.. No es extraño que en estas agrupaciones haya un importante número de profesionales, que también son utilizados por el líder para su beneficio. Ofreciendo en canje premoniciones del futuro. Los naipes, el té, la suerte, el aura, los aromas ,etc.,son el argumento; la falta de valentía para enfrentar las dificultades, son el germen de esta planta de “natre” tan utilizada por “iluminados y advenedizos estafadores”

6. Hacer ejercicio en forma moderada, para tener salud física, tanto como mental. Lo veíamos anteriormente, son muchas las personas que se conforman y están seguras de que es suficiente para mantener buena salud física y mental las energías que se gastan con el trabajo. Nada más equivocado, ya que el trabajo es agotador y te cansa físicamente, pero en ningún caso realizarás un desgaste muscular integral y parejo, sin una obligación mental y económica de por medio, en un ambiente circunscrito, por muy agradable que parezca. Un trote de media hora en una mañana en un parque, consume el veinte por ciento de las energías necesitadas para todo un día de trabajo (250 calorías) y sin embargo proporcionan el ochenta por ciento del aire puro (menos de 150mm) que necesita el cuerpo durante el día laboral. El ejercicio debe obligatoriamente ser moderado para los no profesionales.

7. Amar sabiamente, porque la vida sin amor es una vida sin luz, no confundir amor, con canje de protección por sexo, muy dado en la actualidad. Amar sabiamente significa no sólo satisfacer tu necesidad de afecto, sino la necesidad de reconocimiento que tiene tu ser amado, en donde mancomunadamente y siempre voluntariamente, obtendrán la necesidad de seguridad y la necesidad de realización de ambos. Los cánones morales de los países más avanzados no diferencian los sexos en el amar sabiamente, ni las cantidades de sujetos que intervienen en estas comunidades. Situación que sirve también de argumento para algunas sectas.

Más adelante existe un acercamiento sobre el sexo maduro, las depresiones, el sicoanálisis y su influencia en la estabilidad benéfica de las parejas.

8. No permitir que las congojas nos hundan: Empecé este trabajo con la frase “la vida es un constante deambular entre la penumbra de la tristeza, la sombra o el descontento (depresión) y los momentos en que se disfruta la naturaleza, se siente gozo, optimismo y entusiasmo (felicidad).

Valgan estos ejemplos para parodiar este punto: Un nadador necesita de aire para respirar, ya que para avanzar deberá meter la cara bajo el agua y allí no podrá respirar, el nadador deberá tomar el doble del aire necesitado en una respiración normal, ya que ante el ejercicio de nadar necesita reponer más oxígeno. Cuando no se está mal, cuando se está normal y cuando se está satisfecho, primero, hay que reconocerlo y disfrutarlo, y cuando se está mal, cuando se tiene problemas o congojas, simplemente hay que recordar los momentos en que no se tuvo problemas, más aún, hay que recordar los momentos en que se estuvo bien y recriminarse del hecho de que, estando bien no ayudó suficientemente, ni se acercó a aquellos a los que hoy, estando mal, piensas acudir en pos de ayuda. ¿Cómo puedo yo pretender solicitar ayuda, ahora que estoy en problemas, si cuando estuve bien de nadie me acordé?

9. Confiar en el tiempo y ser paciente: El argumento de Keynes en que hay que trabajar, hay que tener un empleo, pero natural y afortunadamente, el empleo va a proveer de un poco de riquezas y bienestar, y eso, a su vez, va a generar el tiempo libre y dejará posibilidad a la gente para el ocio, que es lo verdaderamente engrandecedor del espíritu humano. Este círculo de Keynes, no ha resultado ser lo suficientemente virtuoso. El empleo, esta ocupación que genera valor en los seres humanos no necesariamente ha conducido a nuestra sociedad a generar el virtuosismo ético, que le asociaba.

En mi opinión, al valor le agregamos virtud, que no necesariamente van acompañadas, se le agrega el valor de la pereza, que técnicamente va asociado a la productividad del bienestar material que aporta al aprovechamiento en forma útil del tiempo. Aunque hay tiempo para descansar, tiempo para utopías y tiempo de espera paciente, que necesariamente no son una pérdida de tiempo. El triángulo, trabajo, descanso, ocio, de más o menos , ocho horas diario por actividad.

En resumen, hay que aprovechar el tiempo, en distracción o haciendo una cosa distinta a la habitual.

Considero y recomiendo seguir estas reglas para el desarrollo de la personalidad y el logro de la felicidad. Son casi demasiado sencillas, demasiado obvias para algunos. Tampoco con ellas se podrá obtener una personalidad perfeccionada y felicidad para toda la vida. Pero son reglas basadas en sólidas verdades del derecho natural positivo de fines del siglo XX y cualquiera que las adopte, se beneficiará inmensamente, es más, la gente que lo rodea, se dará cuenta y hará los aportes necesarios para hacerse mutuamente feliz.


Existen cientos de libros, cientos de listas y fórmulas, ya que el hombre, toda su existencia, ha buscado la felicidad y el bienestar.




Para el profesor Laird de la Universidad de Princeton, las siguientes son las actividades que pueden ayudarnos a ser felices:

1. Trabajar con perseverancia y firmeza.
2. Hacer planes para la vejez.
3. Hallar placer en sus trabajos (remunerados y gratuitos)
4. Estudiar y perfeccionarse continuamente.
5. Practicar una religión .
6. Conocer a mucha gente.
7. Tener hobby o aficiones para el tiempo libre.
8. Confiar más en el trabajo que en la suerte.
9.- Amar profundamente a alguien.

El doctor Adler, encabezó sus observaciones con una advertencia al lector acerca de lo difícil que le había resultado separar de lo esencial, los lujos de la felicidad y recalcó sobre todo, que para él debía colocarse el dinero entre esos lujos “porque si bien nos habilita para tener muchas cosas que hacen más suave y fácil la vida y aumentan nuestra satisfacción de vivir, ejerce muchas veces una terrible venganza contra su poseedor, especialmente cuando éste lo posee en grandes cantidades.


El Dr. Adler asegura que los elementos esenciales de una vida normalmente feliz, son en general, los siguientes:

1. Buena salud.
2. Trabajo de acuerdo con las aptitudes.
3. Disciplina y dominio propio.
4. Amistades.
5. Ocio razonable, y
6.- Una religión o filosofía espiritual.

Es posible que la lista del Dr. Adler sea la más amplia, aunque posteriormente, en este ensayo me permitiré explicar pragmáticamente mi posición al respecto.

No obstante lo anterior, les explicaré con cierto conocimiento, uno por uno los factores que enumera. Pero no lo haré en el orden que él los da, ni sin haber considerado primero otras dos fórmulas muy cortas, pero interesantes que requerirán algunas explicaciones y explicarán al paso los conceptos del Dr. Adler.

La fórmula sin duda más revolucionaria, que aunque desde mi punto de vista, es tan amplia que al no tener limitaciones se constituiría en una especie de anarquismo, una mezcla entre placebos y hedonistas permisivos, entre tolerantes e ignominiosos, es esta:

“La felicidad estriba en hacer lo que uno quiere y en tener agrado en lo que uno hace.” Muy popular entre los años 1950 y 1960.
No la comentaremos ahora porque más adelante le dedicaremos un capítulo aparte.

La otra fórmula muy popular en los años 70, es la D.D.D. a la que los pensadores le atribuyen resultados casi mágicos. Es una sigla formada por las iniciales de estas tres palabras “Deje De Censurar”, en América Latina se conoció como “Prohibido Prohibir”. Sin embargo, hacer la decisión de no censurar a nadie ni a nada significa que se dejará de buscar el lado desagradable y desfavorable de las personas, de las cosas y de las situaciones, para ver al contrario, exclusivamente, sus puntos buenos, como nos recomendó anteriormente el Dr. Olivetti. Esto querrá decir que siempre se alentará una disposición amable y buena voluntad para con todos y ello no puede menos que crear felicidad en quien observe la regla y en quienes lo rodean, aunque personalmente y como seguidor del positivismo pragmático, considero en primer lugar, el valor de la verdad y del bien implícito de la ecología profunda (todos los seres vivos tienen los mismos derechos).

El que propone esta fórmula sugiere que se adopte por seis semanas para ponerla a prueba y que sigamos para acostumbrarnos a ella los consejos acerca de la adquisición de buenos hábitos, saber iniciarnos con entusiasmo y de todas las maneras posibles, comprometernos a cumplir, hasta por escrito.

En la actualidad, lo más probable es que nos hemos acostumbrado, en un país libre a expresarnos con vigor acerca de cualquier personaje o cosa que provoque nuestro desagrado, esto es ,tal vez, una segunda faceta de nuestra personalidad. Pero sucede a veces, que a medida que hablamos se nos exalta más el ánimo y podemos llegar a sentir verdadero enojo por asuntos que no nos incumben o no se lo merecen, lo que se ha dado en llamar “defensor de causas perdidas”, “el metete al tete” o el “copuchento”.

Ante esta situación los individuos, recurriremos al grado de compromiso personal con la situación y a la valentía moral para enfrentarla, dado a que, como sostengo anteriormente, “el que huye siente miedo porque echó a correr”. Creo que en realidad sintió miedo primero y echó a correr porque no razonó para dominar el miedo, ( ahora, tenerle miedo a la muerte o a actividades extremas, es también un hecho de sobre vivencia naturalmente aceptado por la sociedad , incluso, existen los deportes extremos y los medidores de la actividad de la Adrenalina en el cuerpo), una vez lanzado en la carrera del miedo, esta acción se va intensificando y por el contrario, también ,así sucede con el hábito de protestar y gritar, el ánimo se va exacerbando a medida que se critica y se grita, y el resultado del enojo es una dosis formidable de adrenalina para todo el organismo, llegando a controlar absolutamente el miedo racionalmente.

Hay, es cierto, situaciones en que es obligatorio hacer críticas. Pero supongamos; por ejemplo, que el jefe de la oficina debe reprender a un subalterno. Puede hacerlo con mucho tacto, presentando primero las cosas buenas y dignas de alabanzas que haya hecho el empleado y sugerirle maneras de perfeccionarse para ser merecedor de aún mayores elogios y tal vez de algún ascenso. Se obtendrá el resultado deseado en el trabajo y se habrá fomentado la felicidad de ambos interesados, cosa similar se aplicará en la educación de los hijos.

Por otro lado, el criticar simplemente porque sí, aunque se haga con buenas intenciones para ayudar a la otra persona, nos hace aparecer a sus ojos como asumiendo un aire de superioridad que despertará automáticamente el antagonismo de ella.

Desde todos los puntos de vista la fórmula D.D.D. tiene muchas cosas a su favor y a quien la pruebe sinceramente no tendrá motivo de arrepentirse, aunque se puede fácilmente cruzar en tu camino quien abuse de tu posición y del sistema.


LA SALUD Y LA FELICIDAD.
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Pasaba el otro día por la calle, cuando fui saludado por un jovial: ¡Hola, ¿como le va?!. Dándome vuelta rápidamente, estreché la mano que me tendía un antiguo amigo de la infancia. Ofrecía un cuadro de salud y felicidad. Es, en efecto, lleno de energía inextinguible y claramente satisfecho de la vida. Y sin embargo, hace menos de dos años ese mismo amigo estuvo en un consultorio psiquiátrico ofreciendo un cuadro vivo de desdicha y desesperación.

En el anhelo de asegurarse un buen puesto en la sociedad, se había defraudado a sí mismo y perdió la salud. Descuidaba las comidas, se privaba del ejercicio, la entretención y el descanso, relegando a un lado a la familia y los amigos. Dedicaba cada partícula de su energía a una sola cosa, los negocios. Vivía para ellos todo el día y la noche. Y como es costumbre de los negocios, en cambio de su dedicación exclusiva, ellos le habían dado mala digestión, alta presión de sangre, dolores de cabeza biliosos e insomnio.

Ya se sabe que la acidez en el estómago y una deposición suave, no acostumbran a andar juntas y un temperamento bilioso no es nunca feliz.

Ese amigo se encontraba en un círculo vicioso forjado por él mismo. De poca paciencia y cara desabrida, infundía disconformidad entre sus compañeros de trabajo. Su esposa y su familia sufrían por causa de su aspereza e irritabilidad y su descontento se manifestaba en rencillas diarias. Por consiguiente, él no veía en torno suyo sino desgracias. Naturalmente esto afectó aún más su salud, hasta que se hallaba al borde de la ruina completa cuando la familia acudió en busca de ayuda médica.

Como pude, le hablé largamente por ese tiempo y le presenté muchos argumentos poderosos, incluso, los primeros escritos que tenía de este ensayo ,como éramos bastante amigos, me hizo algo de caso y se volvió bastante razonable para reconocer que él mismo se había atraído toda aquella situación mezquina y me prometió sinceramente dominarse y tratar de llevar una vida normal y prudente... y por supuesto, también, visitar el médico.

Su lucha más reñida fue con los negocios, pues tuvo que cambiar completamente el rumbo y ponerlos en su verdadero lugar. A sugerencia mía, se interesó en un club de fútbol de niños. Se obligaba a jugar varias horas diarias y a las actividades del club. Tomaba parte en los juegos de los niños y en sus problemas, los cuales le proporcionaron maravillosa diversión y finalmente se restableció, sin una sola pastilla de remedio.

Al principio le era muy difícil dominarse, más lo logró, y se conquistó el respeto y la simpatía de los jóvenes. Gracias a la saludable irradiación de felicidad y tranquilidad que ese servicio voluntario le producía, se disipó gradualmente su mal humor. La atención que dedicó posteriormente al régimen alimenticio, suavizó, por así decirlo, su disposición, al paso que el ejercicio regular completó su metamórfosis reconstituyendo el organismo debilitado y los nervios destrozados. Antes de un año dormía profundamente, me comentó una vez su hermana. Come como lobo me aseveró su madre y ahora se despreocupa con la facilidad de un niño. De sombrío y pesimista se transformó en un perfecto optimista, que vive en una completa armonía con sus compañeros de trabajo, con su familia y con nosotros, sus amigos.

Debo reconocer que también me encontré con personas de alma grande que, a pesar de las dolencias y los sufrimientos, se nos revelan henchidas de contentamiento. Son los “raros santos de la tierra” que mueven a cultivar la felicidad en contra de los contratiempos y desdichas. Son buenas ilustraciones de la propia voluntad de ser feliz, son pocos entre nosotros los que se dominan así, en general, somos mucho más susceptibles a la felicidad se gozamos de buena salud, es por eso que he acuñado la siguiente frase:

“La felicidad es una flor del espíritu, un fruto de la mente más que de la carne, sus raíces se nutren de nuestro bienestar físico” y puedo asegurar sin vacilación, que la salud es el factor básico de una vida plena y feliz, es la primera cosa que debe ser cultivada si buscamos la felicidad.

Los científicos dicen que a medida que se va comprendiendo mejor la química asombrosa del organismo humano, más claramente resalta la relación que hay entre la buena salud y la felicidad, por su parte, los nutricionistas nos dicen rotundamente que la alimentación afecta a la personalidad y puede producir en ella cambios muy notables. Por ejemplo, el que se alimenta mayormente de arroz se volverá irritable, lunático, deprimido y carente de interés y espíritu de cooperación...y ¿porqué? dirán ustedes.

Por la sencilla razón de que el arroz blanco y pulido presenta deficiencias importantes de vitaminas del grupo B y así podríamos estar días calificando las dietas, para finalmente establecer una dieta balanceada para determinada actividad.


LA ALIMENTACION Y LA PERSONALIDAD.
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Un grupo de enfermeras empleadas en una importante clínica privada, se pusieron de acuerdo para seguir una dieta de adelgazamiento ofrecida por publicaciones en una revista. Estas habían sido siempre de un temperamento normal y entre las cuales siempre había reinado un espíritu de cordialidad, concordia y cooperación, lo perdieron sin darse cuenta a las pocas semanas de seguir el mencionado régimen, sin saberlo, un régimen carente de vitamina B1. En vez de sentir como antes, una disposición alegre y optimista se volvieron pesimistas y las disputas entre ellas, los pelambres y envidias fueron cada vez más frecuentes. Tal vez no eran capaces de cooperarse entre sí.

Sólo se dieron cuenta de esta situación algunas que suspendieron el régimen por distintos motivos, felizmente en un momento en que las relaciones se hacían insostenibles y habían sobrepasado el ámbito puramente laboral de la clínica, había estallado una verdadera rebelión abierta. De ahí a que se hable de la vitamina B1, como la que sostiene la moral, o la vitamina que cambia la personalidad.

Hay que destacar los procesos de interrogatorios a efectos policiales, en donde a los detenidos se les somete a una dieta deficiente en proteínas como también en tiamina (B1), riboflavina (B2) y niacina; o sea, las principales vitaminas de complejo B. Los detenidos al poco tiempo bajan sus defensas de personalidad a pesar de la abundancia de comida, controlada cuantitativa y cualitativamente por organismos de derechos humanos, presentaban debilidad, insomnio, falta de apetito, dolores en las piernas, depresión e hipocondría.

En fin, numerosas investigaciones han demostrado que las deficiencias agudas de vitaminas B, ocasionan profundos cambios en la personalidad, las siconeurosis; es decir, que pueden causar afecciones nerviosas o trastornos de los procesos mentales y hay autores que nos inclinamos en considerar la alimentación defectuosa o incómoda (que es una variante de la alimentación defectuosa), como una causa principal de la neurastémia, la sicastémia y otras perturbaciones de la personalidad y del sistema nervioso.

La falta de Niacina que se produce en un régimen a base de harina de maíz, ( polenta, chuchoca ) pastel de choclo, humitas y tocino, como es común entre algunas familias del sur de Chile y otras regiones de la tierra, ha ocasionado en la historia muchos casos de pelagra, enfermedad muy antigua que termina en una franca demencia y atroces sufrimientos.

Y aún en tal estado de gravedad, el paciente suele recobrarse si se le administra la vitamina cuya falta provocó aquella condición.

La simple falta de calcio o potasio en la alimentación, en las mujeres después de los 40 años y en los niños, contribuye a que sean de temperamento irritable y, si la falta es muy pronunciada, pueden llegar a tener calambres y convulsiones. He aquí otra razón química para algún tipo de rupturas matrimoniales.

La presencia de la vitamina B en los alimentos, especialmente la B1, mejora la capacidad de aprender. ( entonces, las dietas juveniles deben estar ricas en esa vitamina).

El ácido glutámico, uno de los aminoácidos esenciales de la proteína, es un factor importante para el desarrollo de la inteligencia y hasta para el tratamiento de ciertas afecciones mentales.

Experimentos han llegado a determinar que un grupo específico de las vitaminas B, que denominaremos con factor N, inducen a los humanos al consumo de alcohol y cuando la carencia es grave transforma a la persona en un bebedor empedernido ( dipsómano ). Aún es muy pronto decirlo para un profano en Chile, de que los alcohólicos se pueden recuperar en base a inyectarles dosis concentradas de este factor "N", que como digo anteriormente , es un aditivo a una vitamina del factor B y que se encuentra en el hígado de los animales, es así que la dieta para ellos ( los alcohólicos ), deber ser a base de hígados ( cerdo, vacuno, etc. ) lo más crudo posible.

Perdone el lector mi insistencia en esta fase del asunto, pero es forzoso reconocer, y es de suma importancia cuando de la salud se trata, pues el noventa por ciento de las enfermedades se debe a una alimentación defectuosa o desequilibrada. Y que no cabe duda , que se si le dedicara un debido cuidado desde la más tierna infancia hasta la vejez, se gozaría en general de ese estado de salud y de animo que tanto se asemeja a la felicidad, he ahí la importancia de la leche materna para el recién nacido, la que se debe prolongar lo más posible para así, además traspasarle los anticuerpos.

Cuando me encontraba en el periodo de preparación de este Ensayo, una sicóloga al respecto me definió la felicidad así..: "vitalidad, eficiencia, resistencia, serenidad, vivacidad, mentalidad alerta ; y...si, se suma, gracia, encanto y belleza...ojos chispiantes o vivaces, cabello lustroso y de un brillo y color natural, labios colorados y prestos para esbozar una sonrisa. Todo esto – apuntó - contribuye, por cierto, al desarrollo de una personalidad agradable, es decir a la felicidad.

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