MARIO A. DE LA FUENTE FERNANDEZ

MARIO A. DE LA FUENTE FERNANDEZ
FIRMANDO AUTOGRAFOS

miércoles, 20 de enero de 2010

LECCION III

LECCION TERCERA
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D E L A L E C T U R A.
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"Nuestros conocimientos son los gérmenes de nuestras producciones", ha dicho justamente Buffon en su inmortal DISCURSO SOBRE EL ESTILO. El talento no se crea. "Se transfunde siempre por infusión", agrega, con no menos justicia Flaubert, que lo había leído todo..

Rousseau, antes de escribir, había leído y releído a Montaigne y Plutarco. Bossuet poseía a fondo la Biblia y los padres de la Iglesia. La inmensa lectura de Montaige es proverbial. Escribía y hablaba en latín antes de abordar el francés. Chateaubriand confiesa que releía sin cesar a Bernardino de Saint Pierre.

Todos los grandes escritores proclaman la necesidad de leer bien. La lectura es la base del arte de escribir. Habrá excepciones, ejemplos de genio, un George Sand que se improvisa escritor, pero hay que atenerse a la generalidad.

Provechosa para todo los grandes talentos cuya personalidad vigorosa ha formado, la lectura nos es necesaria con más razón a nosotros los principiantes y mediocres, que tanta necesidad tenemos de fortalecer nuestra inspiración, de ayudar a nuestra cultura y de extender, de alimentar, de transformar nuestras ideas. Para nosotros, el campo de nuestra imaginación está baldío; se puede producir, pero es preciso ararlo. Después de una lectura es, casi siempre, cuando se manifiestan las vocaciones literarias, pues por ella es por la que se abre nuestro espíritu a los múltiples recursos del arte de escribir.
Ella nos lo muestra puestos en práctica; nos revela los medios de ejecución; nos hace ver cómo se trata una situación difícil cómo se pone emoción en las frases , cómo se varían las expresiones.

Pasan sucesivamente ante nuestros ojos escenas bien ejecutadas, descripciones fuertes, diálogos perfectos, las habilidades del espíritu, los procedimientos del estilo, los efectos idénticos obtenidos por distintos arreglos, los ejemplos de estilos más opuestos, las infinitas combinaciones de una ciencia aplicada por temperamentos diferentes.

Las delicadezas de nuestra inteligencia se despiertan; nuestra imaginación está mantenida en un estado de inspiración; la asimilación se opera. Es una larga creación, una segunda naturaleza que se revela en nosotros, el nacimiento motivado y fecundo de nuestras cualidades nativas. Se puede afirmar que el hombre que no lee es incapaz de conocer sus
fuerzas, y siempre ignorar lo que realmente puede producir.

Nunca se repetirá demasiado: Hay que leer, leer siempre. Desconfiad de los que dicen: " Yo no quiero conocer nada; no quiero leer nada; la naturaleza me basta". Estos se exponen a no producir nunca nada bueno y a rehacer continuamente lo que ya ha sido hecho ( plagiadores -copiones ); porque nadie podrá negar que la lectura nos pone en guardia contra los temas y los procedimientos ya explotados.

Quiere saber usted si tendrá talento? . Lea, los libros se lo indicarán, insisto este fue mi principal carencia infantil y juvenil, la lectura.
Escribe usted, pero,¿ se ve obligado a detenerse? Lea, Los libros le harán recuperar su inspiración.

Lea cuando quiera escribir; lea cuando sepa escribir; lea cuando no pueda escribir más. El talento no es más que una asimilación. Hay que leer lo que los demás han escrito, a fin de escribir para ser leído .

( Cuánto hemos escuchado entre nosotros, que sólo escribimos para nosotros mismos, es porque en el más profundo de nuestro ser, nos estamos mintiendo, más adelante lo explicaremos ).

La lectura disipa la aridez, activa las facultades, descristaliza la inteligencia y pone en libertad a la imaginación.
Sé de literatos de méritos que nunca se ponen a trabajar sin leer antes algunas páginas de un gran escritor, medio excelente para volver a encontrar la inspiración.
La lectura es el gran secreto. Lo enseña todo, desde la ortografía y acentuación, hasta la construcción de las frases.
Hay que leer mucho o pocos libros? . He aquí una cuestión tan importante como delicada. Las lecturas diseminadas son sin provecho; lo mismo la lectura de un solo autor, pues una asimilación demasiado estrecha hace caer en el pastiche, y nos transfunde los defectos de un escritor. Eso es lo que le ocurrió a Lamennais en su ENSAYO SOBRE LA
INDIFERENCIA, en la que salta a la vista la imitación de Rousseau: las mismas frases , los mismos giros, las mismas antítesis, las mismas vehemencias, la misma lengua.

"Timeo hominem unius libri", es un viejo adagio. " Temo al hombre de un solo libro”. Para algunos No, para otros, tal vez, si ese Libro fuera la Biblia u Homero, vastas selvas inagotables en variedad y en profundidad, en las que se encuentran todos los genios y todas las escuelas; pero fuera de esas grandes obras se necesita, creo, mucha prudencia y mucho tacto para limitarse a la lectura de un solo libro, o en un solo tipo de libros, si no se quiere caer en los inconvenientes que señalamos. Por lo demás, como ha dicho Spencer , hay estómagos que engullen muchos alimentos y no digieren nada, mientras que otros absorben poco y lo digieren todo, ( Parece un tratado dietético, aunque no lo crean, esta es la base filosófica, del porqué hay gente gorda queriendo ser flaca ).

Séneca no quiere que se lea demasiado. Ve una depravación de apetito en una curiosidad demasiado universal, y cree que querer leer todo es, con frecuencia, exponerse a no hacer más que recorrer con la vista lo que se lee. ( digamos, mirar libros ). No se puede, según al, entrar en la substancia de un autor más que por una frecuentación asidua ,cuyo provecho sólo se desprende a la larga.
Termina sus consejos a Lucilio, invitándolo a hacer una elección entre los mejores autores.
Es la regla más prudente y conviene atenerse a ella.

Pero ¿ Qué autores elegiremos ? . En este punto difieren la opiniones. Ante todo para formar nuestras aptitudes, para tener un golpe de vista literario completo, para despertar las facultades creadoras y las disposiciones imaginativas, es absolutamente necesario lee mucho (pero debe ser en forma ABSOLUTAMENTE voluntaria, aquí es donde nace la animadversidad de los niños por los estudios, por la imposición ). Digamos entonces leer la mayor cantidad posible de buenos autores. Luego se elegirán los mejores y, entre estos, no los primeros, ni siquiera los más puros y los más sencillos, sin los que están en relación con nuestros gustos e inclinaciones, sobre todo los que podamos aprovechar más directa e inmediatamente, los que podamos asimilar, porque hay autores que son asimilables y otros que no lo son. Empiece por revistas antiguas, luego libros antiguos.
Es esa una distinción de extrema importancia para los que quieren aprender prácticamente a escribir y no ir a tientas durante a través de los autores. Se dice fácilmente : Hay que leer a los maestros. Pero ,¿ qué maestros?.

Vamos a tratar de indicarlos, sin preocuparnos de los temas, del alcance social o moral, del valor filosófico o de la influencia de las obras; sin tener a la vista más que el oficio, el arte de escribir, el provecho inmediato que se le pueda sacar de la lectura.

Se ha desdeñado demasiado hasta ahora ese lado de utilidad practica; no se ve en la lectura más que modelos de elevación general señalados en la admiración de espíritu más que a la preparación de la facultad de escribir.

Se dice: Para formarse como escritor léase a La Fontaine, a Moliere, a Boileau, a Corneille, etc. ( escuela francesa). He aquí, evidentemente, cuatro autores que nos enseñaran hasta qué perfección se ha elevado el arte literario, pero cuya lectura, creo sería sin provecho inmediato para la formación del estilo. Pasaríamos años leyendo a La Fontaine, sin estar por eso más adelantado, por la sencilla razón de que La Fontaine es simplemente inimitable; se ha llevado con las el secreto de su oficio; es imposible saber cómo construía sus frases, por qué genio, o a costa de qué trabajo ( recordemos La Fontaine rehacía hasta 12 veces , a mano, cada una de sus fábulas),obtuvo esa concisión en ese relieve. Hay además en él una chocarrería, unos giros de espíritu tan originales , que a mi juicio nadie podrá nunca descomponer ni apropiarse.

En cuanto a Boileau, es de una perfección de ajuste y de concisión verdaderamente admirables. Pero el lenguaje literario ha adelantado, se ha ensanchado; ya no es posible solo el verso clásico; los ríos no remontan hacia sus fuentes el arte no es estacionario; el molde de Boileau ha SIDO
ABANDONADO. Quien lo imitara caería en la aridez y la vetustez. El modelo de energía y sobriedad que nos ofrece podemos encontrarlo en otros autores también.

Respecto a Moliere, se ofrece un provecho de fondo más bien que de forma. Por la profundidad de su observación desconcertante y su diálogo eternamente humano, aunque bajo contornos algo duros e incorrectos, ha hecho, tal vez, con Corneille, los versos más felices, más bellos y más inesperados de la lengua francesa.

La admiración que sentimos algunos por Corneille es, igualmente, más objetiva que subjetiva. Vamos al ; que no viene a nosotros.
En general vale más empezar a leer lo que sea sencillo, clásico, sincero, puro, recto de pensamiento y de sentimiento, por lo tanto nunca empezaremos por libros doctrinarios, filosóficos o religiosos. Nos daremos el gusto con las ideas de rectitud y claridad que son base de grandes obras. En eso estamos de acuerdo, pero desde el punto de vista del oficio que pretendemos aprender, para la asimilación técnica y el provecho urgente hay que leer, sobre todo los autores que nos dejan ver sus procedimientos, aquellos con los que se puedan discernir los medios de trabajo, los artificios de estructura, los detalles del estilo, la ciencia de la expresión; por qué esfuerzo se encuentran yuxtaposiciones sorprendentes; cómo se obtiene la intensidad y el relieve; la preparación y el ángulo en que hay que colocarse para resaltar las ideas; la habilidad necesaria para desdoblarlas, etc. Saber ver es la clave de la escritura literaria ; y saber cómo hay que ver , es casi saber cómo hay que expresar.

A la cabeza de los autores que pueden ofrecer esa clase de enseñanza es necesario colocar a HOMERO, que es aún el gran escritor de todos los tiempos. En el se encontrará el primer modelo de la vida de la descripción . quién no lea a Homero, no sabrá nunca lo que es el realismo verdadero y el arte de escribir.

Volveremos a ocuparnos de él al analizar sus descripciones; pero , sepamos bien, desde ahora , que nadie ha superado jamás a Homero, ni siquiera Cervantes. En el están los gérmenes de todas las escuelas, contiene la emoción, la elocuencia, la humanidad, la observación , la pintura y el color en tan alto grado que aún es el eterno modelo del arte de escribir. Pero Homero no produce todo su efecto más que en una buena traducción.

Montaigne es también un tesoro de descubrimientos y de enseñanzas. Nadie ha manejado el francés con mas fecundidad. se encuentran en él todos los géneros y todos los estilos. Rousseau, Pascal, Balzac, Saint Evremond están en Montaigne. En cada página nos enseña el partido que se puede sacar de un pensamiento; cómo se le desarrolla; cómo se le da todo su valor haciéndolo brillar en facetas, descomponiéndolo, rompiendo en choques y en chispas. Ninguna lectura puede reemplazar a la lectura de Montaigne.

Guez de Balzac es también muy útil. Es el "Mal herbe" de la prosa. Ha fijado el estilo francés antes que Las provinciales y antes que los pensamientos de Pascal. Aunque insoportablemente preciso a veces, es un curioso escritor, más brillante que profundo, más espiritual que elocuente, pero de un extremo relieve de pensamientos y de una armonía exquisita.

Los que lo han deseado lo han leído mal. Su estilo produce tal efecto, que se le ha acusado de no ser más que retórica, y Saint-Beuve ha dicho que se le podía imitar perfectamente. Razón de más para leerlo bien y asimilárselo.

Todo se reduce luego, a no quedarse en su molde después de usado y a quitar la marca de sus procedimientos si quedaran demasiado visibles.

Aunque autor secundario y más peligroso por su preciosidad, casi me inclino a recomendar la lectura de Saint Evremond. Pero será necesario no permanecer mucho en el y limitarse a alguna de sus Pláticas, y a sus Consideraciones sobre los romanos, que anuncian a Montesquieu.

Viene ahora el divino Bousset, el mayor creador de frases y de expresiones, el estilista más asombroso que ha tenido Francia. Verbos, sustantivos, epítetos, acoplamientos de palabras, imágenes formidables, todo lo saca de su genio.

Es un deslumbramiento que brilla en cada página, un ropaje fulgurante con el que viste pensamientos colosales. Su lectura conmover la imaginación, despertar en nosotros los gérmenes del estilo y dará a nuestra facultad de escribir una ebullición permanente. Los Sermones, sobre todo deben leerse.

Sigue Rosseau, autor eminentemente asimilable. Conviene desconfiar de sus paradojas; el error tiene en el aspecto de verdad; pero la forma es admirable y el procedimiento se presenta sin disfraz. Su estudio formaré el estilo mejor que los mejores tratados teóricos.
Después de esos autores, como el color y la imagen son necesarios, aconsejaremos la lectura de Chateaubriand, padre de todas nuestras escuelas contemporáneas y de nuestros más recientes escritores. Hay en sus obras una parte anticuada que ha envejecido, como Los Natchez; pero otra parte permanece joven y no envejecer; lo personal y lo descriptivo; Atala , René, y, sobre todo, sus Memorias de Ultratumba, en que el talento llega a una intensidad extraordinaria. Es el libro más hermoso del siglo IXX.
Queda indicada la selección que conviene hacer entre los autores que debemos leer técnicamente para el aprovechamiento de su forma.

La lectura de los buenos autores es indispensable para formar el estilo y es la gran carencia de la lectura obligada en los procesos educativos de la juventud.
Pero ahora se presenta una cuestión importante.

¿ Cómo se debe leer ?

El provecho de la lectura depende de la manera de leer. "No hay obra mala, ha dicho Goethe, en la que no haya algo bueno". Leer sin tomar notas es como si no se hubiera leído.

Dentro de seis meses no sabremos ya lo que contenga el libro.

Devorarlo todo, verlo desfilar todo, sin detenerse en nada, es un trabajo de Danaides, que no conduce más que a la indigestión y a la confusión. Se dirá uno más tarde..: "Yo he leído esto en alguna parte...¿ en qué libro fue ?...¿ de quién es tal pensamiento ?.." Y por más que se escudriñe en la memoria, no se hallará lo que se busca; habría que volver a leer todo
lo que se ha leído.

Cuántos cotejos curiosos, cuántas bellas páginas se escribirían ?, ¿ si se pudiera precisar lo que agita la memoria, fijar lo que se entrevé, localizar lo que flota? . La memoria es cosa tornadiza. Si tuviéramos que fiarnos de ella, no habría sabios. La verdadera memoria consiste no en recordar, sino en tener a mano los medios de volver a encontrar. La primera condición para leer bien consiste, pues, en fijar lo que se quiere retener y tomar notas. Un libro que se deja sin haber extraído algo de el es un libro que no se ha leído.

He insistido, antes, sobre la necesidad de la lectura para crearse una forma y un estilo. El provecho debe hacerse para las ideas; la inteligencia asimilar los pensamientos, la imaginación retendrá las imágenes, y el sentido estético mezclar los contornos, los moldes , las formas.

Para obtener este triple provecho es absolutamente necesario tomar notas al leer, y sólo hay una manera práctica de tomar notas; Algunos autores aconsejan hacer recopilaciones de trozos elegidos para comparar los pensamientos de los escritores sobre un mismo asunto, o una recopilación de pensamientos sobresalientes, de tal cual escritor, para saturarse de su espíritu y penetrar en ellos todo lo más posible.

Esos medios no nos parecen prácticos. Son algo insuficientes y ficticios. Semejante trabajo tiene el peligro de caer en la manda de acabar por copiarlo todo, lo bueno y lo malo, y de coleccionar agendas. Los espíritus mediocres se imaginan que aprenden mucho copiando mucho. Es un error.

Pero ese trabajo de copia puede ser excelente si se hace con un fin técnico. Copiar un buen trozo de un autor es un ejercicio útil para la ciencia de las construcciones y de los giros. El estilo impreso se embellece, halaga demasiado a la vista y causa ilusión; el estilo mismo, escrito a mano,
produce un efecto distinto; se diría que acaba de escribirlo uno mismo; parece un deber de composición. Es una perla sacada de su estuche y que se examina sobre el papel. No es posible , por consiguiente, dejar de recomendar un ejercicio útil.

Volvamos a la cuestión. Para leer bien, hay que tomar notas; pero ¿ cómo tomarlas ?.

En fichas, en tarjetas o pedazos de cartulina, arreglados en orden alfabético por nombres de autores. Es la única clasificación práctica. Una clasificación por orden de ideas da resultados confusos, pues como son muy pocos los matices que separan, cabalgan las unas en las otras, se mezclan y no es posible adueñarse de ellas.

Mi padre, hace fichas en trozos de ½ hoja de cuaderno, las dobla y pone un calco, luego las separa por temas ( amor, vino, juegos, mujeres, países, historia, frases célebres, hechos reales, árboles, países ,etc.) y alfabéticamente por autores. Considero, que es como la pre computación , ordenamiento computacional, pero a mano. El no alcanzó a dominar la computación.

Esas fichas pueden tener tres objetos..:

1.- Notas de erudición;
2.- Citas sobresalientes;
3. - La transcripción de nuestros propios juicios.

Las fichas son indispensables a la erudición.

Todos los sabios las usan. Sin ellas no se retiene nada. Son el único medio, en un momento dado, de recordar lo que se ha leído. Se resumen los temas de las obras, se anotan los juicios de los autores, las cosas que se relacionan, las asimilaciones y los recuerdos. Hacer eso es acumular tesoros; basta, más tarde, leerlas para recordar con toda claridad. Gracias a ese sistema no es difícil ser instruido. Los sabios no lo ignoran y por eso son modestos.

En la actualidad hay fichas en programas computacionales, pero las que valen realmente son las uno mismo en el momento de la lectura hace.

Todos conocemos las innumerables llamadas de notas arrojadas al pie de las páginas en las obras de erudición.

Eso no es más que el resultado de un sistema de fichas larga y pacientemente acumuladas.

También , puede anotarse en las fichas citas sobresalientes, frases típicas, extractos sorprendentes, expresiones estudiadas, la parte profesional de estilo. En eso estará el provecho de la copia de los buenos autores.

Escribir, además en la ficha nuestra crítica, nuestros juicios, constituye un ejercicio cuyas ventajas comprobaremos día a día. Leemos un libro. ¿ Qué pensamos de él ? . Si no lo escribimos enseguida, lo olvidaremos.

En el orden intelectual o puramente artístico , debe hacerse la anotación instantánea, a medida que se lee.

Repitámoslo: leer sin emplear este método es exactamente lo mismo que si no leyera. Es leer como todo el mundo, y condenarse a no ser nunca alguien.

La regla que debe dominar la preparación literaria es: verlo todo por sí mismo, darse cuenta de todo, comprobarlo todo personalmente, aquí llega el límite de los computadores en la parte creativa.

No se crea que para conocer una obra basta leer las narraciones literarias que de ella se hayan hecho, o los libros de críticas. Ningún crítico, por fuerte que sea, reemplazar con nada la lectura de una obra, porque lo que diferencia a los autores son los procedimientos, los giros, los modos y la anatomía del estilo, y , además son muy pocos los críticos que se preocupan de enseñaron el lado del oficio.

A eso, pues, debemos llevar nuestra atención, si queremos examinar y analizar a los escritores de nuestras fichas. Hágase notar en la de uno (Michelet) el empleo de las frases cortas para expresar lo que el otro (Bossuet) diré en largos períodos.

Este procede por yuxtaposición (Lafontaine, Goncourt, Zolá ); aquél usa la frase coloreada, pero clásica (chateaubriand, Flaubert); el otro (Montesquieu) aprieta y anuda las frases bastante cortas que hace chocar espiritualmente; este (Rousseauu) maneja la antítesis con pasión; otro tiene armonía y la majestad de la calma (Bufforn), etc.

Muchos profesores aconsejan hacer análisis literarios, resumir los asuntos, reducir los desarrollos a la idea madre, exponer paralelos, señalar las bellezas, examinar los caracteres, desprender el plan, caracterizar el estilo, exponer la acción, apreciar el tema, etc.

Este trabajo podría ser fructuoso si estuviera bien hecho; pero los ejemplos de análisis literarios que nos dan como excelentes, están hechos con procedimientos de retórica tan superficial que es inútil aconsejar esos ejercicios. Es perder tiempo, obligar a los principiantes a torturarse el espíritu en una clase de estudio que no sobresale de los marcos de La Harpe. Hemos leído esas especies de análisis literarios propuestos por los "maestros", o publicados en las recopilaciones de composición: análisis de la fábula La encina y la caja, de Los animales enfermos de peste, La Golondrina y los pajaritos .
Todo se limita a repetir apreciaciones como esta ( textual- sic ); "El plan está bien seguido...Esos ocho versos son un retrato....Es un retrato bien trazado....Estas palabras son propias de una persona de edad y prudente....El poeta nos pone la golondrina ante los ojos. ¿ Tanta delicadeza y expresión hay en estos versos?....este incidente es de un efecto encantador....Escuchemos los argumentos de la golondrina...Esta exclamación tiene una vivacidad conmovedora...el drama va a precipitarse....
Este lenguaje es muy propio del joven presuntuoso...Con qué naturalidad y de qué manera tan conmovedora está pintando el carácter de los pajaritos....Estos versos son encantadores....Las expresiones están llenas de delicadeza ... Esta comparación está llena de oportunidad.

Estas líneas están firmadas por un discípulo de retórica de un liceo de París, aprobadas por el profesor y publicadas en un curso de literatura escolar, premiado por la Academia francesa de la Lengua. ¿ He ahí esos pretendidos modelos de análisis?. Todo se reduce a una paráfrasis del autor; se sigue la narración enguirnaldándola de reflexiones aprobatorias. A eso se llama hacer resaltar la belleza. Le dan a uno dos o tres llaves, algunas palabras de contraseña: plan , narración, rapidez, carácter, composición, marcha general, estilo, figura, unidad de acción, etc. Se prueban las llaves una a una y cuando van bien a todas partes, y cuando todos los casilleros están encajados, hecho el juego. Así es como se enseña a hacer análisis, por un patrón único, estrecho, insignificante.

He aquí otro, debido también a un retórico: Examen del sueño de Paulina y del sueño de Atalía. Como esos dos sueños no se parecen, se ha indicado la diferencia que hay en su alcance y sus consecuencias: en qué difiere la intención, y cuáles son sus efectos. Uno de ellos " anima la acción", en el otro " la tragedia entera rueda sobre el sueño"; ambos excitan el terror y hacen nacer funestos presentimientos. Todo esto precedido de un punto de vista sobre el papel de los sueños en el teatro, y algunas reflexiones, fuera de la ejecución del arte y del mérito literario.

Se me contestará: ¿ Pero qué quiere usted exigir de un joven, de un alumno, de un niño, de un aprendiz?. No se puede pedir un conocimiento profundo de las cosas, un estudio más hondo, ni consideraciones trascendentales. ¿ Con qué reemplaza usted ese método?.

A eso contesto, que es necesario dar otra dirección a las ideas del discípulo, a sus esfuerzos, a sus aptitudes de examen. Se le debe prohibir, precisamente, escribir esas vulgaridades de apreciación, esas puerilidades, esos clisés fáciles, esos moldes listos para preparar pensamientos medianos.

¿ Qué se le debe preguntar ?. Es muy sencillo, Esto..: ¿ Qué piensa usted del estilo? ; ¿ De donde viene su Fuerza? ; ¿ Qué habría dicho en su lugar un escritor ordinario? . ¿ Por qué procedimientos de ejecución cree usted que el autor ha logrado rapidez? ; ¿ En qué consiste la concisión?. ¿ Qué serían esas frases si no fueran concisas? ; ¿ Cómo y por qué hay vida en esa narración? ; ¿ Qué es lo que constituye el relieve del estilo? . Reconstruya esos versos para demostrar cómo serian si no tuvieran relieve. ¿ Dónde esta el color de esa narración? ; ¿ Dónde está el movimiento? ; ¿ Dónde cree usted que hay transición? ; ¿ Cuál es a su entender, el pasaje que ha sido más difícil de tratar?; ¿ Qué giro de ingenio prueba ese trozo? ; ¿ De qué otro modo podría haberlo tratado? ", etc. etc.

Se podría enumerar un largo cuestionario de este género, teniendo en vista esencialmente, el arte de escribir, el oficio, el talento y relegando a segundo término la apreciación de las ideas, de los sentimientos y de los pensamientos, que es , sin embargo, necesaria y que también tiene su importancia. En ese sentido practico es en el que se habría de dirigir el juicio y las aptitudes de un aprendiz en vez de restringir su espíritu a un trabajo de ideología.

Nadie piensa en ello, porque nadie piensa en hacer crítica de oficio se contentan con examinar los contornos de un libro dando vueltas alrededor de la corteza, sin atacar la parte sólida, examinando la casa sin abrirla, despojando el hueso " sin romper la médula ".

La lectura bien hecha comprende, no solamente fichas, notas y análisis, sino también otros muchos ejercicios aprovechables, como las comparaciones, el pastiche o imitación y la transposición.

Comparando fragmentos parecidos tratados por distintos autores , se comprobará la diversidad de la ejecución, la oposición de los estilos, las ventajas que uno puede tener sobre el otro, lo que haría falta agregar, el doble aspecto que puede tener un asunto, etc.

Temes la tempestad que termina en Pablo y Virginia y compares a la tempestad de Chateubriand en sus Memorias, y para tener una clara idea de la evolución del lenguaje literario agréguele la de un escritor contemporáneo, Pierre Lotí, en El Pescador de Islandia. Renuévese esos ejercicios. Cuando en la lectura se encuentran trozos ya tratados, anótese para tenerlos a nuestra disposición y hacer con ellos el trabajo que aconsejamos. Esta clase de extractos sería muy práctica.

El pastiche es también un buen medio de prepararse al arte de escribir. Cuando se tienen aptitudes de asimilación y un gusto de lectura reflexivo se llega pronto a imitar ciertos estilos; el de los retratos de La Bruyere, por ejemplo, y a hacer retratos calcados sobre los suyos. Lo mismo se puede imitar a Rousseau, a Bossuet, a Montesquieu, etc.

Saber imitar es aprender a no imitar, porque es acostumbrarse a reconocer la imitación y a prescindir de ella más adelante. El bailarín en cuerda floja, usa balancín para dejarlo después.

La transposición, es también un modo de asimilación y de lucidez maravillosa. Poner en prosa lo que esta en verso, poner en verso lo que está en prosa.

Se verá así que todas las palabras que forman los versos de Racinne son palabras sencillas, comunes, completamente apropiadas, no rebuscadas, imposibles de reemplazar, y se verá cómo con las palabras usuales de nuestra lengua se puede hacer alta poesía.

Más adelante demostraremos la eficacia de esos ejercicios técnicos; por el momento nos basta con indicarlos como aplicaciones de lectura, puesto que aún no tratamos más que de la lectura.


TAREA : COMO SE HA VISTO, ESTE TALLER A DISTANCIA ESTA BASADO
EN LA ESCUELA FRANCESA Y EN SUS PRINCIPALES EXPONENTES
EL TRABAJO CONSISTIRA, EN HACER COMPARACIONES CON LOS
PRINCIPALES AUTORES CLASICOS ESPAÑOLES.-

NO MENOS DE 5.000 DÍGITOS.

¿ QUE ES EL ESTILO ?
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El "Estilo" es la manera propia de cada uno de expresar sus pensamientos por la escritura o la palabra.

Por la escritura, el escritor.

Por la palabra, el orador

El estilo es la marca personal del talento.

Cuanto más original es el estilo, más personal es el talento.

El estilo es la expresión, el arte de la forma, que hace sensibles a nuestras ideas y a nuestros sentimientos; es el medio de comunicación entre los espíritus.

No es solamente el don de expresar nuestros sentimientos; es también , el arte de sacarlos de la nada, de hacerlos nacer, el arte de fecundarlos y de hacerlos salientes.

El estilo comprende el fondo y la forma.

Es necesario convencerse de que las cosas que decimos no impresionan más que por el modo de decirlas.

En términos generales, todos pensamos, poco más poco menos, las mismas cosas. La diferencia está en la expresión y en el estilo. Eleva lo común; halla nuevos aspectos en lo vulgar; engrandece lo sencillo; fortifica lo débil.

Escribir bien, es a la vez, pensar bien, sentir bien y rendir bien.

"Lo que me distingue de Pradón, decía Racine, es que yo sé escribir".

"Homero, Platón, Virgilio y Horacio no sobresalen de los demás escritores, ha dicho La Bruyere , más que por sus expresiones y por sus imágenes ".

"Nada vive más que por el estilo", dice Chateubriand. En vano se grita contra la verdad. La obra mejor entendida, y llena de las más prudentes reflexiones, nace muerta si le falta estilo.

El estilo es el arte de apreciar el valor de las palabras y las relaciones de éstas entre sí.

Las ideas simples se representan en palabras del diccionario no bastan para formar un escritor. El que conozca todas las palabras, puede sin embargo, ser incapaz de trazar una frase, porque el talento no consiste en utilizar secamente las palabras, sino en descubrir los matices, las imágenes, las sensaciones que resultan de sus combinaciones.

El estilo es, pues , una creación de forma por las ideas y una creación de ideas por la forma. El escritor crea hasta palabras para indicar una relación nueva. El estilo es una creación perpetua; creación de arreglos, de giros de tono, de expresiones, de palabras y de imagen. Cuanto más sensible es esa creación en la lectura, mejor es el estilo.

Guy de Maupassant dice en alguna parte: " Las palabras tienen alma. la mayoría de los lectores y hasta los escritores no les piden más que sentido. Es necesario encontrar esa alma, que aparece al contacto de otras palabras, que brilla y alumbra ciertos libros con una luz desconocida, muy difícil de hacer brotar. Hay en los acercamientos y en las combinaciones del lenguaje escrito por ciertos hombres toda la evocación de un mundo poético que la grey de los mundanos no sabe ver ni adivinar. Cuando se le habla de eso, se reciente, razona, argumenta, niega, grita y quiere que se le demuestre. Sería inútil intentarlo. No sintiendo, no lo comprendería nunca.

Hombres instruidos, inteligentes, hasta escritores, se sorprenden también cuando se les habla de ese misterio que ignoran, y se ríen encogiéndose de hombros. ¿ Qué importa? No lo saben. Es como hablar de música a personas que no tienen oído".

" La gracia divina, ha dicho Bossuet, llueve sobre el rico como sobre el pobre ".

He aquí una palabra tomada de una acepción nueva y que forma una imagen soberbia.

Lo mismo este otro pensamiento: " Dormid vuestro sueño, grandes de la tierra “; y este otro: "Derramar lágrimas y plegarias sobre una tumba".

La palabra indeterminada, por ejemplo, es una palabra cualquiera, geométricamente empleada, sin elocuencia, sin brillo. Bajo la pluma de Chateaubriand va a alcanzar un prestigio que pintará todo un paisaje lejano:

"La claridad de la luna, su claridad gris perla, descendía sobre la cima indeterminada de las selvas".

La palabra reposaba, es también , una palabra cualquiera. Refiriéndose a algo que no reposa, se convierte
en una palabra bellísima.

"La luna reposa sobre colinas lejanas", (Chateaubriand).

Hay hasta palabras de una vulgaridad técnica, oficial, que producen grandes efectos cuando un artista les encuentra una aplicación imprevista. ¿ Hay algo más incoloro que la palabra " anunciador ”, veamos como la utiliza Pierre Lotí :

" Los tristes chorlitos, anunciadores del otoño,
habían aparecido en una tormenta de lluvia".

Otro había podido decir:
"Los chorlitos, esos tristes pájaros que anuncian el otoño,
habían aparecido en una tormenta de lluvia".

Ese sería un estilo de menor valor que el primero.

El estilo es, pues, la manera que cada uno tiene de crear expresiones para manifestar su pensamiento. Puede ser largo, corto, coloreado, seco, abundante, vivo, periódico según los temperamentos.

Es difuso, pálido, incoloro, cobarde, en los malos escritores, conciso, nervioso, con relieve, en los buenos.

Es tan completa la unión entre el carácter y el estilo de una persona, que por eso ha podido decirse con razón esta verdad: El estilo es el hombre.

La vivacidad de las palabras, la energía de las concepciones, los mismos giros de la conversación hablada, la originalidad de la imaginación, todo eso se pinta exactamente en el estilo de un hombre. El estilo es el reflejo del corazón, del cerebro y del carácter.

Eso no es solamente verdad en los individuos, sino también en los pueblos.

"Los pueblos de oriente, dice Blair, han recargado su estilo en todos los tiempos con figuras fuertes e hiperbólicas. Los atenienses, pueblo sutil y culto se formaron un estilo claro, puro y correcto. Los asiáticos, amigos del fausto y de la nobleza, tenían un estilo pomposo y difuso. Las mismas diferencias pueden notarse hoy día entre los estilos de los franceses, los españoles, los alemanes y los ingleses".

NOTA: Hasta el momento llevamos 69 errores,( antojadizamente buscamos este número ) ¿ cuántos ha detectado usted ? .

Saber muchas cosas no enseña a ser buen escritor ; el estilo es independiente de la erudición. Por eso, al decir que es necesario leer mucho para ser capaz de escribir, se supone, bien entendido, que se tiene aptitudes para el estilo, por lo menos una mediana vocación y un gusto determinado. Sin eso, ni la erudición más inmensa hará encontrar un giro de frase.

Hay hombres muy brillantes que no saben gran cosa. El saber y el arte de escribir son cosas distintas, que no van siempre juntas.

El "Discurso sobre el Estilo" de Buffon, contiene las mejores páginas que conocemos sobre el asunto. Nadie ha explicado mejor los procedimientos de un arte que puede considerarse como una ciencia, ni ha expuesto mejor las diversas operaciones del espíritu por las que se llega a hacer una frase.

Hay, sin embargo, en ese discurso de Buffon una tendencia visible a aconsejar el empleo de términos generales y dar al estilo una especie de giro sintético y rígido, que constituye ciertas hermosas partes del estilo, pero que no es todo el estilo.

Villemain , ha tenido razón al señalar el carácter demasiado personal de ese trabajo.

¿ Pero qué profundo sentido de la belleza escrita y cuántos consejos prácticos? , "Las obras bien escritas, dice Buffon, serán las únicas que pasaran a la posteridad ". Y agrega :" Todas las bellezas que se encuentran, todos los giros de que esta compuesto el estilo, son otras tantas verdades tan útiles y tal vez más preciosas para el espíritu humano que las que pueden forma el fondo del asunto".

"El estilo, dice Bufon, es el orden y el movimiento que se pone en los pensamientos". El orden, es decir la lógica de las ideas, su encadenamiento, su fondo; el movimiento es decir, la vida, la forma; el orden, que es la concentración, el giro, el conjunto; el movimiento, que es la imaginación, el atractivo, el relieve.

Aquí interviene la famosa distinción el fondo y de la forma.

Los unos los separan y los diferencian; el fondo son los materiales, los pensamientos, la substancia, el asunto; la forma es la expresión, el revestimiento, el traje. Son dos cosas aparte.

Los otros dicen: El fondo de la forma todo es Uno ; no se le puede separar, como no puede separarse el músculo de la carne. Es imposible expresar una idea que no tenga una forma, como no puede concebir una criatura humana que no tenga alma y cuerpo. Cuando se cambia la forma, se cambia la idea, y del mismo modo, la modificación de la idea arrastra a la de la forma. Trabajar la forma es trabajar la idea. La forma se pega a la idea.

Esta teoría es la verdadera, y hay que atenerse a ella.

En ciertos casos, muy raros el cambio de la forma no altera la idea. Así ocurrirá si yo digo : Llueve, por cae agua; llorar, por verter lágrimas; arrodillarse, por ponerse de rodillas; son un ruido; por se oyó un ruido; habrá empleado una forma mejor que no habrá cambiado la idea, pero eso es más bien una sinonimia que una modificación de la forma.

Fuera de esta clase de correcciones puramente gramaticales, la idea sufre siempre los cambios de la forma.

Escribo esta frase: "Nuestros corazones embriagados del amor mundano..." La modifico y pongo :" Nuestros corazones encantados del amor mundano" (Bussuet). La idea se ha modificado según los matices de una forma nueva.

Encantamiento dice otra cosa que embriaguez, y amar al mundo no es lo mismo que sentir amor mundano.

Escribo esto: " después de la muerte veremos a Dios tal como es, alumbrando a todos los hombres con su presencia". Trabajo esa forma, la modifica y encuentro esta:

"Después de la muerte veremos a Dios al descubierto, iluminando todos los espíritus con los rayos de su faz". ( Bossuet ). Se me dirá tal vez, que solamente ha cambiado la forma y que la idea sigue siendo la misma; No, la idea también se ha modificado; tiene otro aspecto, otro sentido, otros matices, un encanto nuevo, una significación distinta.

En vez de hacer esta demostración sobre algunas líneas solamente, puede hacerse sobre una página entera, sobre dos, tres, etc.

He aquí una frase con una hermosa imagen, sobre la noche en las soledades de América:

"El genio de los aires sacudía en la noche su cabellera"

Esa frase no me satisface; cae demasiado bruscamente; quisiera encontrar una palabra, un epíteto que la redondeara y la cerrara....Busco....Pienso en el cielo azul y encuentro:

"El genio de los aires sacudía en la noche su cabellera azul..."
( Chateaubriand ).

El esfuerzo, la preocupación de la forma me ha hecho descubrir una imagen que, por sí sola, da una magia imprevista a la idea primitiva.

He aquí otro pensamiento. Se trata de decir que las mujeres romanas son tan bellas como las estatuas de sus templos.

"Se las tomaría por las estatuas de sus templos, descendidas de un pedestal..."

Hermosa imagen, pero no me basta; quiero realzarla, embellecerla. Todo lo que agregue será un trabajo de forma sobre la idea.

Obtengo esto:

"Se las tomaría por las estatuas de los templos, descendidas de su pedestal, y que pasearan a su alrededor."
( Chateubriand ).

Y es precisamente este último periodo lo que da a la imagen todo su prestigio, todo su efecto. ¿ Se me dirá que la idea ha cambiado? Si, ha cambiado, sí. La primera frase era conocida; la habíamos leído en otra parte; pero la segunda, que constituye el cuadro y la vida, es la nueva, es creada.

Así, pues, la forma y el fondo todo es uno. No es posible, y de una manera definitiva, tocar la una sin alterar el otro. Cuando se dice un fragmento: " El fondo es bueno, pero la forma es mala", eso no significa nada, porque es el valor de la forma lo que hace bueno al fondo. Habría que decir:

" El fondo podría ser excelente si la forma fuera buena ", porque es la forma la que le da valor al fondo.

Si yo grito: " ¡ Oh, Jesús, Dios crucificado ! " ,empleo un estilo correcto, pero en esa forma se dice con mucha frecuencia. Quiero pensar una forma mejor. Busco y encuentro:

"¡ Oh, Jesús, Dios anonadado! " (Bussuet). La expresión es magnífica; pero, de pronto, la idea ha cambiado, ha brillado, es otra.

Todos hemos podido comprobar que, trabajando, rehaciendo frases, creemos no cambiar nada, no mejorar más que la forma, y he aquí que todo se amasa, las ideas se multiplican; se presentan incidentes, las proporciones crecen, los párrafos aumentan; percibimos imágenes inesperadas, giros nuevos, tanta verdad es que no puede trocarse la forma sin trastornar la idea.

La forma es tan inseparable de la idea, que la última encarnación de la forma llega a no ser más que la expresión de la idea pura.

Entre otros consejos notables, y que es necesario retener para formarse idea del estilo, recomienda Buffon " que se agregue el colorido a la energía del dibujo". Quiere "que se de a cada objeto una luz fuerte"; expresa el deseo de que cada pensamiento sea una imagen. Este último consejo es el que ha prevalecido cuando vinieron Bernardino de Saint Pierre,
Chateubriand, Teófilo Gautier, y cuando la literatura francesa se cansó de la belleza sin colorido.
Resumiendo: El estilo es el esfuerzo por el cual la inteligencia y la imaginación encuentran matices, giros, expresiones e imágenes, en las ideas y en las palabras o en la relación que tienen entre ellas.

Hay en este trabajo del estilo ( y es un trabajo considerable ) una parte que es el orden, el arreglo, la corrección, la ordenación, las proporciones, el equilibrio, la preparación de todas las piezas de este tablero de ajedrez que se llama una frase, una pagina, un capitulo.

Hay , también , otra parte que es el movimiento , la creación de palabras, de imágenes, su combinación, lo que produce la intensidad, el efecto, la energía, el golpe de luz, el relieve.

Hasta en la parte arreglo, el arte de colocar las palabras, de cambiar las frases, es también una creación.

El sabor de esta creación múltiple se evapora con frecuencia en una traducción, precisamente porque constituye la esencia del estilo. Esto es lo que hizo decir a Lamotte: "Un gran número de bellezas de los autores antiguos esta adherido a expresiones particulares de su lengua, o a relaciones que, no siéndonos tan familiares como a ellos, no nos causan en mismo placer.

El cuidado de la forma es lo primero que debe preocupar a los que tienen gusto en escribir, pues ella comprende también el fondo, y es la que da valor a una obra.

Emilio Zola, que no tuvo más que un don muy brutal de escribir, y que nunca se dignó perfeccionar su forma, se alzó contra esta teoría. " No es verdad, dijo, pese a Buffon, Boileau, Chateaubriand y Flaubert, que han repetido obstinadamente lo contrario, no es verdad , que baste tener un estilo muy cuidado para señalar para siempre nuestro paso en la literatura. La forma es lo que cambia y pasa mas pronto. Es preciso, ante todo, que una obra sea viva, y solo puede ser viva con la condición de ser verdadera. Se gana la inmortalidad poniendo de pie a las escrituras vivas". Nada más falso que eso. La creación de esos seres vivos no irá a la posteridad como no está servida por una forma irreprochable.

Zola replica: "¿ Podemos juzgar nosotros la perfección del estilo de Homero y de Virgilio? ". Que Zola no pudiera juzgarla es muy posible; pero hay personas que pueden hacerlo, y no es preciso haber hecho grandes estudios para leer a Virgilio en su texto. En todo caso, una tradición ininterrumpida de historiadores y autores antiguos nos dice que su estilo causaba admiración en su tiempo, y es, precisamente, esa superioridad de forma lo que los ha inmortalizado. Si sus versos hubieran sido malos, sus contemporáneos no los hubieran aprendido, y si su estilo hubiera sido mediocre, su obra no habría llegado hasta nosotros. No existe una obra maestra sin una forma cuidada, y una obra mal escrita no puede vivir, por la razón de que no hay una mala de que haya alcanzado hasta estos tiempos. El fondo y la forma se corresponden. Don Quijote, que es un modelo de obra de vida, es, también, un modelo de estilo, un modelo de perfección escrita, único en su género en España.

Otra objeción: " Cuando leemos a Homero, no es su forma lo que leemos, es una traducción. No tenemos más que su fondo.

La forma, pues, no se identifica con el "fondo". Al contrario, puesto que es precisamente la forma la que ha salvaguardado al fondo, y nosotros no tendríamos probablemente el fondo si la forma no hubiera sido perfecta. Aquí es necesario, si se quiere, separarlos, puesto que se trata de una traducción.

Queda lo que pueda consevarse. La buenas traducciones son las que conservan más, cuando se trata de obras maestras, la forma está tan mezclada con el fondo, tan pegada a la idea, que la idea misma queda patente después que ha desaparecido el encanto del texto. Por eso, en una buena traducción, las descripciones de Homero son tan vivas como cualquiera página de nuestros mejores autores contemporáneos.

Fuera de estos principios, que hay que mirar como verdades absolutas, no se puede dar más que una apreciación vaga del estilo. Es preciso, como dice Pascal, haber arreglado el reloj, y burlarse de aquellos, cuya hora varía. " Hay un buen y un mal gusto, ha dicho la Bruyere, y sobre eso se puede disputar ". Nada más común que los juicios hechos. Se cree acertar cuando se dice al azar: " Esto está bien escrito; esto está mal escrito; Fenelón escribe bien; Diderot escribe mal; Merimee es un gran escritor" etc.

TRABAJO: REFIERASE A LAS " CALEMBOURES "

No menos de 3.000 dígitos.

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