LECCION UNDECIMA .
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               LA ELOCUCION.
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                            Hemos  encontrado  el  asunto,  hemos dispuesto la materia,  sabemos  cómo  vamos a empezar, cómo hemos de concluir; nuestro  plan  está  completo,  todo  está  en orden : principio , ambiente,  desarrollo, conclusión; ahora se trata de escribir.
                           Estamos  con la pluma en la mano , sentados frente a  la  máquina  o  el  computador, ante un papel en blanco. ¿ Qué va  a   suceder  ?.  Todo  depende  del  giro  del espíritu, de la incubación  anterior,   de la actividad imaginativa, de las buenas disposiciones  en  que  uno  se  encuentra, si ha meditado bien su asunto.  Pero  cualquiera  que  sea la  aptitud de cada uno, tanto el  bueno  como  el  mal  escritor proceden, poco  más o menos, de la  misma  manera.  El  plan esté hecho, se trata no solamente de expresar  pensamientos,  sino  de  irlos  inventando  a medida de  que  se  realiza  ese  trabajo  de elocución. Es la operación más importante,   puesto  que  es  la  fuerza de un pensamiento lo que forma  su  expresión,   y  la  imagen  misma  no  es  más  que  un pensamiento.  Por  otra  parte,  en cuanto uno se pone a escribir, entran   en  juego  simultáneamente  todas   las  operaciones  que constituyen el arte de escribir. Se crea, se ordena, se  da color.
                                    Algunos  profesores  aconsejan  escribir  todo  lo que  se  nos  ocurra,  dar  rienda suelta a la inspiración, hacer luego una  selección y dejar lo bueno para el segundo bosquejo.
                                   Ese método es peligroso. No hay que acostumbrarse a  escribir  en  un  primer  bosquejo más que aquello que se cree bueno.  
                                    Es  el  único  medio  de  no repetir lo que se ha dicho y de evitar la vulgaridad.
                                     Desde  el  principio  debemos  esforzarnos  en  no escribir  más  que  pensamientos salientes, en ponernos a la obra con  la   resolución  formal  de  rejuvenecer  las ideas, tratando de  verlas  de  otro   modo  a fin de decirlas de otra manera. Hay que  tomar  muy  en  serio  la  necesidad de giros e ideas nuevas. No dejar nada al azar es economizar  trabajo.
                                      Elegir  bien  lo  que  se  va a decir , no significa que  deban  decirse pocas cosas. Al contrario, es necesario decir muchas,  porque  se  quitarán  muchas.  Más vale pecar por exceso que  por falta. 
                                     Lo esencial es no arriesgar nada vulgar, mediocre o incoloro.
                                      El   talento   no   más  que  un  aptitud  que  se desarrolla.  Se  puede  adquirir  dos o tres veces más del que se tiene.  
                                       "  Todos  los  días  aprendo  a escribir ", decía Buffon, quien  agregaba   esta  verdad: " El genio no es más que una larga paciencia ". Nadie  ha   trabajado  su  forma  más  que Boileau. Y  no  era  el  único  en  hacer   difícilmente versos fáciles. La Fontaine  no  adquirió la naturalidad sino  rehaciendo más de diez veces  la  misma  fábula.  Chateaubriand  nos  dice que ha rehecho hasta  diez veces la misma página. Buffon recopilé  dieciocho veces sus  "Epocas  de  la  naturaleza". 
                                       Pascal nos dice que  ha rehecho hasta quince veces alguna de sus Provinciales. ( todos a mano ).
               
                                       Es, pues,  indiscutible el principio del esfuerzo, del  trabajo,  del  continuo  retoque, hay que adoptarlo a priori ciegamente.
                                       Hay  escritores  que  han  retocado  poco  o  nada absolutamente.  Emilio  Zola   no  habría  podido  escribir todos los  años   un  volumen de quinientas páginas si hubiera corregido sus  frases.  
                                       El  novelista  Balzac no corregía su estilo más que en  las  pruebas.  
                                       Esto  puede  glosarse  .  Si Balzac no hubiera escrito  más  de  dos   tres  volúmenes perfectos de forma como "Madame  Bovary",   habría sido tan célebre como con los cincuenta volúmenes que ha  dejado. La Bruyére, solo ha hecho uno que durará más  que  todos   los  de  Zola. No es en autores como estos donde hay  que  aprender   el  estilo,  sino  en los grandes maestros de la  forma.  Y  estos,  como  sabemos, han trabajado, pulido ,  han retocado,  han   sudado,  han  vuelto a empezar sus páginas muchas veces. La teoría es, pues, inatacable.
                              Un primer bosquejo no puede ser definitivo, porque no  se  ve con bastante lucidez lo que se escribe, porque se está demasiado  acalorado  por  el  afán  de  empezar,  la ciencia del estilo,   no   se  ejerce,  verdaderamente,  más  que  sobre  una inspiración  ya  enfriada.  Es  necesario  retroceder  para poder juzgarse bien.
                               Debemos persuadirnos de que no hay nada definitivo en  las  páginas  que  escribimos;  pues,  sin  embargo,  debemos escribirlas  con  la mayor aplicación y el mayor relieve posible, para  facilitarnos  la tarea ulterior. Si nuestro primer bosquejo es  malo,  no  serán dos o tres los que tendremos que hacer, sino seis o siete.
                                Hay  que  modificar,  que retocar, buscando rasgos nuevos,  uno nuevo que sea verdad, la observación inédita, evocar las  cosas  en  las que no se piensa, hacer sorprendentes las que han  sido  dichas,  renovar  la  vieja descripción por una visión personal e imprevista.
                                 El  principio que domina la composición, el estilo y la elocución es que se deben escribir en relieve pensamientos e  imágenes  nuevas, salientes, sorprendentes. Para llegar a este resultado , es  necesario  trabajar  y  rehacer   dos o tres veces la misma página.
                               ¿ Qué se entiende por escribir en relieve ?.
                               Escribir  en  relieve  es  encontrar  cosas que no han dicho los demás  y decir de otro modo lo que ya se ha dicho; es  crear  inesperadas  uniones  de  palabras;  es  emplear giros imprevistos  y  vivos, una manera variada y cautivante, que llame la  atención  por  los  estremecimientos  de la idea y de la vida de las palabras.
                               En  Bossuet  se  encuentra el relieve en todas las páginas,  sobre  todo  en  sus  " Sermones". En cada línea pueden encontrarse   frases  que seducen al lector, como las siguientes, tomadas de Sermones:
                               "Languidecemos en el amor de las cosas mortales..
                               ¿ Cuántos engaños ?  ,  ¿ Cuántas inquietudes enlazadas ?
                                El  alma  completamente  sumida  y  completamente                                  ahogada en los  efectos sensuales....
                               Nuestros corazones encantados del amor del mundo...
                               Su   estado   era  un  dolor  mortal,  un  dolor  insoportable  y crucificante ...
                        Los mártires estaban animados por la avidez de sufrir...
                        ¡ Oh, Jesús !  , ¡ Dios anonadado !.
                        Vuestra  gracia  más soberana  y  más destructora que todas las  pólvoras y todos los tormentos...
                        ¿   Estaremos  siempre  encantados  por  el  amor  de  esta  vida perecedera ?
                         La muerte viene a sumirnos en la nada".
                        ¿ Queremos  decir  que  todo  el mundo puede o debe escribir  así  ?.  ¡No! ;  pero  todo  el  mundo  está obligado a NO escribir   vulgarmente  y  a  hacer  lo  posible para escribir con  relieve. ¿ Cómo  puede lograrse ?.
                              Trabajando,   volviendo   a   empezar,   buscando, retocando; buscando el relieve, sin perder de vista la concisión, condición   tan  importante  como  la  creación  de las imágenes y la  vivacidad  de   los  giros.  Para expresar las mismas ideas de un  modo  más  intenso   trátese  de  ser más brutal, es decir las cosas  más crudamente, de sacar  la idea de su envoltura literaria y  retira.  Téngase  la  audacia de emplear  palabras salientes. Es mejor una barbarie que la sosería.
                             Pruébese  palabras  inesperadas, inténtese acoplar epítetos   disparatados;   a  veces  dan  efectos  sorprendentes; cámbiese   el  adjetivo  en  adverbio,  el  verbo  en sustantivo y recíprocamente.   
                            Si   hemos   escrito   ;  "  Ahoga  un  sollozo convulsivo",  póngase  :  
                             "  Lloró  convulsivamente ". Si hacemos enumeraciones  de  verbos,  construyamos la frase substantivamente, y  tendremos  :  " Las complacencias de su pensamiento", en lugar de  :  "Se  complacía  en  pensar";   " La inmolación precoz de su corazón",  en  lugar  de : "Inmolaba precozmente su corazón"; "La dependencia", en vez de : " Dependía", lo que  también nos dará : " Su servidumbre". 
                              Téngase  presente  sobre  todo,  en el espíritu, una multitud de palabras, como están en un globo de números de  la  lotería;  las  tres cuartas partes servirán, no solamente para ser empleadas, sino también para hacernos descubrir otras.
                             Hay  que resolver todo eso para que la idea que queremos expresar se  agite  en  su efervescencia constante. Esa efervescencia, esa afluencia de palabras y de imágenes, la proporcionará la lectura.
                                El principal medio de obtener variedad del estilo, o   de   mejorarlo,  consiste  en  refundir  la  materia  por  la substitución de las palabras y la transposición de los epítetos.
                                Ensáyese  la  inversión  de  las  relaciones ; eso da  combinaciones  agradables  e  inesperadas.  Dance habla del   "sol  que  se  calla"; se encuentra en el un sitio " mudo de luz", una  "claridad  ronca".  "Ese artificio del estilo, dice Rivarol, no  es  más que un cambio feliz de palabras que nuestros sentidos hacen  entre ellos; la vista juzga del sonido diciendo :un sonido brillante;  la  garganta,  de  la  luz, diciendo : una " claridad ronca".
TRABAJO: REFIÉRASE AL ADVERBIO Y A LA PREPOSICION.
                    REFIÉRASE A LAS REGLAS DE ACENTUACION.
   
                   No menos de 5.000 dígitos en cada uno de ellos.
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